El protestantismo hallaría poco eco en España, y no solo por la presión inquisitorial. La mentalidad española se había forjado cerrando filas contra el islam, y la unidad cristiana bajo la jefatura espiritual del papa se miraba como un valor no cuestionable. Por esto y por el clasicismo o humanismo en boga, chocaba de frente con ideas como la predestinación de las almas o la inutilidad de las obras piadosas (Jorge Manrique, por ejemplo, expone los méritos acumulados por su padre: "El vivir que es perdurable / no se gana con estados / mundanales (…) / mas los buenos religiosos / gánanlo con oraciones / e con lloros; / los caballeros famosos / con trabajos e aflicciones / contra moros"). España había sido tierra de frontera y defensa de la cristiandad, y el panorama ideológico español difería mucho del de Centroeuropa. La reforma religiosa hecha por los reyes y Cisneros había acrecido la autoridad de la Iglesia y menguado su corrupción y la oposición popular al clero. Tampoco existía disgusto hacia Italia como el generado por siglos de roces entre esta y Alemania, ni un nacionalismo resentido por agravios más o menos reales, sino exultante y con sensación de triunfo; no existía una división política entre oligarcas tan acentuada como en Alemania, el monarca español tenía gran autoridad, y era poco verosímil que en alguna región los nobles le desafiasen invocando razones religiosas. Había, además, una raíz ideológica distinta: cuando las disputas del siglo XIV entre tomismo y occamismo, los países latinos, España entre ellos, se habían decantado por el primero, con su aprecio del libre albedrío y de la razón, mientras que la parte germánica había tendido más bien al segundo, asentado en la voluntad y la fe.
Para los españoles que, apenas tomada Granada ya se encaraban con el Magreb y el Imperio otomano, el protestantismo constituía un crimen sin paliativo, porque solo podía desgarrar a la cristiandad y beneficiar al enemigo común. Esto, más el lazo repentinamente estrecho con el Imperio, haría de España la mayor defensora de la ortodoxia católica y del Papado, dando su cariz a la época. Pero el protestantismo sería un hueso muy duro de roer: en pocos años se impuso por gran parte de Alemania, Suiza, Escandinavia, Países Bajos, en menor medida Francia e Inglaterra. Su subversión interna se mezclaba con una creciente fuerza política, y España no tuvo más remedio que embarcarse en una pugna interminable con los “herejes”, los cuales a su vez bien pronto percibieron a España como la mayor barrera a su triunfo total.
España se vería así enfrentada con gran parte de Alemania, incluso con Suecia más tarde, y pronto con Holanda e Inglaterra, conjunto de países ricos –salvo Escandinavia– y con una población dos o tres veces superior a la española. Cierto que la mitad de los alemanes y los flamenco-holandeses había permanecido católicos, y en ellos pudo apoyarse el emperador Carlos, y aprovechar las divisiones entre protestantes; pero ni con todo ello ni con el esfuerzo hispano sería posible ya erradicar la “reforma” iniciada por Lutero. Esta, a su vez, tampoco logró destruir a los “papistas”, quedando al final en tablas un conflicto de más de un siglo, causa de guerras por gran parte de Europa.
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**** En la feria del libro firmaré ejemplares de "Franco para antifranquistas", "Los orígenes de la guerra civil", "Viaje por la Vía de la Plata" y "Años de hierro".
****Esto es saber hacer agitación y propaganda, algo que no puede exigírseles a las derechas ni a las extremas derechas. Y así un peligro que hace treinta años era muy escaso, va abocando a una crisis política general.
"La Juventud Nacionalista de Catalunya (JNC) ha pedido que "todos los seguidores del Barça que estén en el estadio Olímpico de Roma que exhiban senyeras y esteladas para demostrar que el Barcelona es un equipo catalán y no español y que Catalunya es una nación. Asimismo, la Juventud Nacionalista de Catalunya también invita a todos los aficionados que en caso de victoria del Barça, cuelguen en el balcón la senyera o la estelada, además de la bandera azulgrana.
La rama juvenil de Convergència (CDC) repartirá este miércoles en Roma 2.000 pancartas con el lema Catalonia is not Spain y 2.000 senyeras, entre los aficionados del FC Barcelona en la final de la Champions League. La JNC, en un comunicado, ha añadido que "quiere aprovechar este acontecimiento deportivo de primera magnitud y que será visto por centenares de millones de espectadores de todo el mundo para explicar la realidad de Catalunya y el sentimiento de buena parte del pueblo catalán".