Cuando el PP gobernaba, el clan de los titiriteros le asustaba en nombre de “la cultura”, y cuanto más mordía la mano del gobierno, más subvenciones obtenía. No lo hacía por oposición o rebeldía frente al "poder", pues con el poder de Zapo el clan se siente muy a gusto. Y es lógico. Se pretenden artistas, pero no tienen nada que ver con la concepción tradicional del arte independiente. Su aspiración fundamental es la de vivir a costa del erario, de saquearlo, viejo deporte de la izquierda. Otros rasgos suyos son su intenso antiespañolismo y una indisimulable, prácticamente indisimulada, simpatía por las tiranías del Tercer Mundo y por los terroristas. En ello consiste lo esencial de su “arte”. Luego, aparte, pintan, cantan, hacen cine, escriben…, con la calidad que cabría esperar. Y acosan e insultan al PP, y dicen sentirse acosados por los pobres futuristas.
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Parece que el Futurista, apóstol entusiasta del inglés, apenas si tiene idea de ese idioma. Es algo frecuentísimo: “¡Ah, si yo supiera inglés no sería tan memo!”, vienen a clamar con optimismo desorbitado.
En fin, el principal peligro para nuestro idioma y cultura, el más grave, con mucho, no proviene de los nazionalistas, sino del progresivo y rápido desplazamiento del español por el inglés a todos los niveles, desde los más corrientes de la cultura popular a la alta cultura (arte –¿les suena “Art-Madrid"? Como España carece de arte propio tienen que buscar la palabra en inglés, natural– o ciencia, en la que se propone lisa y llanamente la exclusión idiomática). Además influye tan poderosamente en el español de América, transformándolo de forma no uniforme, que pronto se formarán allí verdaderos dialectos.
Doble problema, pues apenas existe conciencia de él, y casi todos los políticos e intelectuales ayudan a ese proceso. Los nazionalistas sueñan con el día en que los idiomas de sus “naciones” sean el regional y el inglés, y, por supuesto, el Futurista está muy dispuesto a ayudarles.
En segundo lugar, ¿qué hacer? No se trata solo ni principalmente de medidas defensivas. Si la comunidad hispanohablante continúa sin producir casi ninguna ciencia que valga la pena, por poner este caso, da igual que lo haga en español o en inglés. Lo mismo si el arte español, en general, es tan irrisorio, aunque en este caso podamos consolarnos con que tampoco brilla a mucha altura en otros países.
Publicado en LD hace unos años:
UNA NUEVA CULTURA POPULAR
Hará como quince años, caminando por Soria, me di cuenta de lo mucho que estaba cambiando la cultura popular, al ver los anuncios de fiestas veraniegas, con grupos de rock en papel estelar. Se había puesto de moda en ambientes progres la cosa de "potenciar" las fiestas de los pueblos, y eso normalmente significaba introducir en ellas el rock, y también porros o drogas de más enjundia, y la costumbre europea de emborracharse por emborracharse. Este último verano estuve en unas fiestas en un pueblo extremeño de mediano tamaño. En la calle principal sonaba un estruendo rockero que lastimaba los tímpanos, y a su ritmo bailaban grupos de jóvenes y algunos no tan jóvenes. Tengo entendido que la sordera y otras dolencias de oídos han aumentado mucho entre la juventud, debe ser la contrapartida por pasárselo tan bien.
Otra novedad me llamó la atención: metidos entre los cristales de algunas cabinas telefónicas, unos cartelillos exponían el anhelo de un grupo itinerante de prostitutas por prestar sus servicios a los lugareños, aprovechando los festejos. En el kiosco del pueblo, los videos y revistas pornográficos estaban expuestos al lado de los tebeos para niños. Este es otro cambio característico: la enorme expansión de la prostitución y la pornografía. Las páginas pornográficas son las más solicitadas en internet, en las gasolineras se venden videos de esa clase, a lo largo de las carreteras proliferan los puticlubs, algunos parques son burdeles al aire libre, una buena parte de los anuncios publicitarios, en televisión y en las calles, tienen el "toque" porno, sea para promocionar ropas, coches, perfumes o helados. Un signo de nuestro tiempo es lo que pudiéramos llamar burdelización del espacio público.
Tengo la impresión de que el rock y la pornografía constituyen elementos básicos de una verdadera nueva cultura popular, entendiendo la palabra cultura en un sentido sumamente amplio. Un tercer puntal de ella sería el fútbol. Siempre hubo afición a este espectáculo, pero no con los rasgos casi obsesivos y la creciente violencia de ahora. Me llama mucho la atención que los sociólogos no hayan estudiado este conjunto de fenómenos, sumamente reveladores del mundo actual y de lo que llaman "calidad de vida", y bajo el cual se está asfixiando la vieja cultura.
Otro rasgo clave de esta nueva cultura consiste en su anglofonía. El idioma absolutamente hegemónico del rock y la pornografía es el inglés, que desplaza cada vez más al español en una multitud de manifestaciones. En cuanto al fútbol, de origen inglés como su nombre indica, su vocabulario se había españolizado, pero en los últimos tiempos se observan síntomas de una vuelta a los principios.
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Una crítica recurrente a la democracia liberal afirma que en esta no hay libertad porque los intereses “del pueblo” quedan secuestrados por élites con intereses distintos a los de las masas populares, élites que controlan el dinero o se benefician de un trato de favor por parte de los poderes financieros a cambio, naturalmente, de contraprestaciones ilícitas.
Sin duda las influencias ocultas de este género son un serio problema, pero no es verdad que “el dinero” obre como un todo ni que sus intereses sean, en general, contrarios a los de las “masas populares”. Un empresario acorralado por los sindicatos en nombre, supuestamente, de los intereses obreros, puede replicar: “Yo he creado una empresa y puestos de trabajo: ¿cuántos puestos de trabajo han creado los sindicatos? ¿quién defiende, en definitiva los intereses obreros?”. Pues aunque los sindicatos dicen representar, y a veces representan, a los trabajadores, en España y otros países se hallan muy viciados por ideas utópicas que los han llevado no pocas veces a hundir empresas y aumentar el paro.
Por otra parte la influencia ilegítima y corruptora de medios financieros sobre los partidos (y viceversa, baste pensar en los manejos del PSOE, desde el poder) no es una plaga exclusiva de la democracia: existe en cualquier régimen. La democracia simplemente permite un control y denuncia que en los regímenes no democráticos desaparece. Ocurre como con los partidos: existen siempre, inevitable y forzosamente; pero en los regímenes no democráticos funcionan como camarillas más o menos ocultas en torno al poder, ajenas al control ciudadano.
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LA NORMALIZACIÓN DE LO ANORMAL
Se acercan las fiestas de la Magdalena en Castellón de la Plana.
La evolución de esta fiesta, que tiene raigambre popular (y de ello da fe que fue instituida en tiempos de "la Oprobiosa") podemos calificarla de lamentable… Hasta están pensando titularla "fiesta de interés internacional"…
Cuando tuve el placer de conocerla por primera vez hace catorce años, gozaba con la profusión de banderas nacionales que engalanaban todas las calles de la ciudad, y aunque se veían excesos de alcohol y guarrería, podemos decir que estaban de cierto modo delimitados…
Pero han ido pasando los años, y como sea que los políticos tienen muy claro que al pueblo hay que darle pan y circo, se las gastan todas (todas las del pueblo, claro), en la profusión más grotesca del circo.
Progresivamente, el ayuntamiento democrático, con mayoría absoluta del PP, fue arrinconando las banderas nacionales. Primero, un año, quedaron en franca minoría, para ir disminuyendo año a año hasta desaparecer por completo del panorama festivo, a la par que la guarrería ha ido ganando en importancia, hasta conseguir que el que suscribe, que era asiduo de estas fiestas, haya decidido prescindir por completo de ellas, para regocijo de los parásitos políticos.
Y es que los políticos (sí, mayoría absoluta del PP), que nada tienen de españoles ni de interesados por la cultura, tienen sus propios fines, inconfesables. Reparten el dinero de los contribuyentes entre quienes se esfuerzan por erradicar todo lo que aparente españolidad; fomentan, además de juergas infinitas, la edición de folletos, libros extraordinariamente ilustrados, que nadie lee, siempre que erradiquen el uso del español, con una clara intencionalidad contraria a la esencia del pueblo de Castellón, marginando todo lo español, y en concreto el idioma. Una actividad que ya lleva décadas socavando la inteligencia de los educandos, y claro rebufo de la actividad llevada a cabo en Cataluña por sus congéneres, donde en los años 80 comenzaron a acogotar la vida intelectual con algo que llamaban normalización y que no es otra cosa que la normalización de lo anormal.
Cesáreo Jarabo