Una de las ventajas del caso Monedero es que la cúpula de Podemos se está viendo obligada a definir algunos de los conceptos claves del podemés (la lengua usada por los dirigentes de Podemos para ocultar su pensamiento). Uno de estos conceptos es el de"los ricos". Sabemos que el podemés está basado en confrontar "los ricos" con "la gente": las desgracias de los segundos se deben a la codicia y a la explotación de los primeros. Ahora bien, nunca ha quedado muy claro cómo se ingresaba en el club de "los ricos".
Tras conocer los ingresos de Pablo Iglesias en 2013, quedó claro que "los ricos" no se definían por su nivel de renta. Dados sus ingresos de más de 70.000 euros anuales, Pablo Iglesias es parte del 1% de mayor renta en España. Tras su elección como eurodiputado en 2014, por cierto, pasó al 0,1% (gana ahora 15.000 euros al mes; es decir, lo que el asalariado español medio gana al año).
La abultada minuta cobrada por Monedero como consultor internacional (425.000 euros en dos meses) le hace compartir con Iglesias un hueco en ese privilegiado estrato del 0,1% de españoles con mayor renta (recordemos que el haber cobrado ese dinero a través de una empresa sin empleados es un artificio fiscal para no tener que declarar dichos ingresos en su declaración de la renta, lo que le habría supuesto pagar el doble de impuestos). Ahora bien, las explicaciones dadas a lo largo de estas semanas por Iglesias y por los suyos han querido dejar claro que, pese a todo, Monedero no es rico.
Eso es así porque, según ellos, "los ricos" se definen no por lo que ingresan sino por cómo gastan sus ingresos. Si alguien, como hizo Monedero, gasta sus altos ingresos en financiar una productora de televisión privada como La Tuerka no es rico. Así lo estableció Iglesias en su esperpéntica entrevista en La Sexta Noche del sábado pasado. La ideología de La Tuerka surte el efecto de blanquear dicho dinero, redimiendo a su donante de su posible pertenencia a "los ricos".
Se entiende, al mismo tiempo, que quien gaste sus altos ingresos en financiar a una productora de televisión de ideología distinta -por no decir de quien se los gaste en sus propios caprichos- caerá en la categoría de "los ricos". Podemos se convierte, pues, en un censor moral del gasto de los ciudadanos: quien no se lo gaste en sus propósitos políticos caerá en la categoría de enemigo público asociado a "los ricos". Quien colabore y someta su fortuna personal a su proyecto político, en cambio, formará parte de "la gente".
En resumen, el caso Monedero ha sacado a la luz que "la gente" y "los ricos" son conceptos puramente ideológicos, equivalentes a "los nuestros" y a “nuestros enemigos”. El nivel de renta es redimible; incluso puede caer en la categoría de la "anécdota". Se puede ganar mucho y, al mismo tiempo, ser parte de "los nuestros". El precio a pagar es, simplemente, reconocer el señorío de la cúpula de Podemos y gritar, puño en alto, "¡Sí se puede!".