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Pedro Sánchez el Matizador (de Podemos)

Toda declaración suya es un globo sonda susceptible de rectificación a la menor crítica.

Toda declaración suya es un globo sonda susceptible de rectificación a la menor crítica.

El pasado 13 de noviembre el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, inauguró una nueva página web, dedicada a él mismo. Causó furor el cambio de su nombre por Pdro Snchz. ZP y Rbcb ya tenían digno sucesor. Sin embargo, dos semanas más tarde la web ha cambiado de diseño y el nombre de Sánchez vuelve a ser el pronunciable (su foto, por cierto, también ha cambiado; ya no es la de un cabizbajo aspirante a cantante de baladas para quinceañeras sino la de un aplicado estudiante haciendo sus deberes). En el corto espacio de dos semanas, Sánchez ha cambiado de nombre dos veces para, parecería, quedarse como estaba. Lo cierto es que ha ido a peor: ha desprestigiado su propio nombre.

Este ejemplo puede parecer trivial en comparación con sus matizaciones relativas al artículo 135 de la Constitución (criticó al "error" de Zapatero en 2011 y luego matizó la crítica) o a la propuesta abolición del Ministerio de Defensa. Pero, en el fondo, es más relevante. Lo es porque afecta a la definición de su persona. No es sólo que Sánchez matice sin cesar sus propuestas políticas; es que matiza su propia identidad.

El partido que dirige (¿?) Sánchez nació en 1879 como socialista obrero y español. Con Felipe González dejó de ser obrero; con Zapatero dejó de ser español y con Rubalcaba dejó de ser socialista. Ahora que el PSOE se ha quedado en la P, su nuevo líder debería suplir sus carencias dotándolo de contenido. En vez de hacerlo, Sánchez está enfrascado en la tarea de intentar definirse a sí mismo. Cuanto más lo intenta, menos lo consigue. No sabe quién es ni lo que piensa. Toda declaración suya es un globo sonda susceptible de rectificación a la menor crítica. Su discurso no es más que una sucesión de variaciones sobre una misma pregunta: ¿quién soy yo?

El contraste con Podemos es revelador. Pablo Iglesias acaba de realizar una rectificación en toda regla de su programa económico. Su modelo, ahora, sería el nórdico (haría bien la izquierda en estudiarse el modelo nórdico que tanto elogia; éste se define, entre otras cosas, por no tener salarios mínimos legales, un despido muy barato –casi libre en Dinamarca– y la posibilidad de despedir a los funcionarios). Pero en el caso de Podemos la indefinición es buscada. No es que Podemos no sepa lo que quiere; es que no quiere decirlo para evitar espantar a los votantes. Por eso ha adoptado una pose socialdemócrata, que perdería el mismo día que llegase al poder en favor de su verdadera esencia bolivariana. La indefinición existencial de Sánchez está siendo aprovechada por Podemos para ocupar el espacio socialdemócrata y cumplir, así, con su único objetivo: la toma del poder. Nada nuevo bajo el sol leninista. Como ya explicó el propio Iglesias, Lenin disfrazó su aspiración revolucionaria bajo un discurso de "paz y pan".

Un matizador no es una persona que matiza; es un champú aceitoso con tinte. Pedro Sánchez está demostrando ser el matizador de la coleta de Pablo Iglesias. Su falta de sustancia política está actuando como un tinte moderador del radicalismo de Podemos. Dice El País: "PSOE y Podemos se disputan la hegemonía de la izquierda". No es cierto. No hay ninguna disputa. Hay una complementariedad. El PSOE se ha convertido en el imprescindible apoyo para asegurar la hegemonía de Podemos. Cada rectificación, cada indefinición de Pedro Sánchez es una invitación para que la izquierda vote a Podemos.

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