Año nuevo, eslogan viejo. La izquierda española comienza 2014 tachando a sus adversarios políticos de ultras, radicales y extremos. Un par de ejemplos demuestran, sin embargo, que las ideas de esta izquierda se asemejan más a las de los verdaderos ultras que a las de aquellos a los que acusan de tales.
Primer ejemplo. Hace unos días Rubalcaba amenizó (es un decir) la comida de unos afiliados socialistas cántabros atacando la reforma de la Ley del Aborto del Gobierno por ser de "extrema derecha". Más aún, afirmó que el proyecto es "tan profundamente reaccionario que en Europa sólo lo ha aplaudido Le Pen".
¿A qué Le Pen se refería Rubalcaba? ¿Al padre, fundador del Frente Nacional (FN) francés y hoy su presidente de honor, o a la hija, presidenta del FN desde 2011? La ambigüedad era, evidentemente, buscada. Lo cierto es que Rubalcaba se refería al Le Pen retirado de la política activa, a Jean-Marie, quien dio la bienvenida al proyecto de ley español por Twitter.
Lo que no dijo Rubalcaba es que Jean-Marie fue inmediatamente desmentido por su propio partido. Así, el vicepresidente del FN Florian Philippot manifestó al día siguiente de las declaraciones de Le Pen que éstas eran simplemente "su opinión". Esta "opinión" se diferencia de la posición oficial del FN, marcada por Philippot, según el cual "no hay ninguna restricción al derecho al aborto en el proyecto del Frente Nacional, ninguna".
La número 2 del PSOE, Elena Valenciano, quien se apresta a huir de la nave del capitán Rubalcaba en busca de un escaño europeo, dijo sobre la reforma de la ley del aborto: "La derecha española se ha situado a la derecha de la derecha europea". Y, sin embargo, cuando uno mira a la derecha de la derecha europea lo que encuentra es "ninguna restricción al derecho al aborto". Es decir, encuentra la posición de la izquierda española: el aborto como "derecho" y sus restricciones limitadas al máximo.
Segundo ejemplo. La semana pasada el diputado de IU Alberto Garzón tildó a las asociaciones de víctimas del terrorismo de "ultras" y acusó al Gobierno de actuar "con odio" al ordenar la detención de miembros de ETA. Tal declaración es, dentro de la inversión total de valores perpetrada por la izquierda española, el complemento perfecto a la de Zapatero en 2007 ("Otegui ha hecho un discurso por la paz") o al lema "Derechos humanos y paz" de la manifestación en apoyo a los presos de ETA convocada por Sortu y el PNV el pasado sábado en Bilbao. Para la izquierda española (y también parece que para el PNV), ETA y su entorno se identifican con la paz, mientras que las víctimas del terrorismo se identifican con el radicalismo político extremo.
Dicho esto, Alberto Garzón, según su biografía oficial, es economista y tiene un máster en economía internacional (incluso tiene un blog llamado Pijus Economicus). Como tal, le aconsejaría que se leyese el programa económico del Frente Nacional. Mejor aún, que se leyese sus soflamas anticapitalistas, antiglobalizadoras y defensoras de un Estado fuerte sin conocer la identidad del autor y definiese a continuación su ideología. Todo apunta a que, tras comparar las propuestas con las del programa de IU, un embelesado Garzón creería estar leyendo un texto escrito por sus "compañeros y compañeras". Pocos programas económicos tan estatistas y cercanos a la planificación central encontrará nadie en un partido europeo con opciones de Gobierno como en el del Frente Nacional francés. Esto explica, en parte, que el crecimiento del FN se haya producido en detrimento del voto tradicionalmente comunista. ¿Se llamaría "ultra" el economista Garzón a sí mismo por coincidir con los planteamientos económicos del FN?
El verdadero adversario ideológico de la izquierda tradicional no es la extrema derecha; es la derecha liberal. Para intentar deslegitimarla, la izquierda la tacha de extrema. Pero la extrema derecha comparte con la izquierda postulados estatistas, colectivistas y de supeditación del individuo al colectivo que son exactamente opuestos a los que defiende la derecha liberal.