Como concejal del Partido Popular al Ayuntamiento de Madrid, estoy adscrito al Distrito de Salamanca. Es decir, ejerzo mi labor de oposición al Gobierno de la alcaldesa Carmena no sólo a nivel central sino también en uno de los 21 distritos de la capital.
Todos los meses se celebra un Pleno de la Junta de Distrito. Funciona de manera muy similar al Pleno central. En él, los grupos políticos controlan al concejal de Gobierno (en el caso de Salamanca, el anarquista Pablo Carmona) y hacen propuestas.
El último Pleno del Distrito se celebró el 18 de julio. El PSOE tuvo la original idea de registrar una moción de condena del "golpe de Estado fascista del 18 de julio de 1936". El PP presentó una enmienda para que se condenasen, también, otros golpes de Estado acaecidos durante la Segunda República y todo tipo de violencias sufridas por los vecinos del distrito de Salamanca durante los años de la Guerra Civil. El PSOE, claro está, no aceptó la enmienda. Confirmó así, una vez más, el sectarismo de su memoria histórica. Esto nos llevó a abstenernos.
Reproduzco, a continuación, los argumentos que usé durante el debate.
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La memoria del dictador Francisco Franco goza de una excelente salud, 42 años después de su muerte, gracias a la izquierda española. El PSOE no pierde ocasión para recordar a Franco y, por tanto, aquí estamos, en el Pleno del Distrito de Salamanca de Madrid –destinado, se supone, a tratar de la limpieza, el asfaltado o los servicios sociales de nuestro distrito–, hablando de la Guerra Civil.
Pero, vamos, ¿quieren hablar de la Guerra Civil? Pues nada, hablemos.
Empecemos por recordar que el Partido Popular ha condenado el golpe de Estado del 18 de julio en multitud de ocasiones. Les doy sólo un ejemplo: en 2002, el PP votó a favor de una moción de condena del golpe en el Congreso de los Diputados. Pero, claro, para la izquierda, esto no es suficiente. Nada es nunca suficiente. De hecho, para ella, la acción política del PP debería limitarse a condenar el franquismo, a ser posible todos los días del año.
Condenas a dictaduras, por cierto, que una parte de la izquierda nunca practica cuando aquéllas son ideológicamente afines, como en Cuba o Venezuela.
En todo caso, es importante resaltar que la estrategia de la izquierda para meter a la Guerra Civil en el centro del debate político tuvo un salto cualitativo con la nefasta Ley de Memoria Histórica del nefasto Zapatero. Desde entonces, se ha querido imponer un relato de la Segunda República y de la Guerra Civil de buenos y malos que es pura ciencia ficción.
La Memoria Histórica es un ejercicio de sectarismo ideológico en el que toda coincidencia con la realidad histórica es mera casualidad. Por ello, para atenuar este maniqueísmo, el PP ha presentado una enmienda que ofrece una visión más completa de nuestro pasado. Porque, si vamos a hablar de golpes de Estado, hablemos de todos los perpetrados durante la Segunda República.
Dos de ellos, por lo menos, fueron protagonizados por el PSOE: el de octubre del 34 en Asturias y el de marzo del 39 en Madrid. ¿Los condenan ustedes?
Y, por supuesto, si hablamos de violencias, hablemos de todas las violencias. En nuestro distrito de Salamanca tenemos múltiples ejemplos de violencia republicana, en muchos casos protagonizada por socialistas. ¿O es que acaso han olvidado la checa de Guindalera? ¿O las cárceles de Porlier y Ventas, desde las que cientos de vecinos de este distrito fueron trasladados a Paracuellos y asesinados a sangre fría?
Por cierto, hablando de fosas sin exhumar, ¿saben cuántas de las siete fosas que hay en Paracuellos se han exhumado? Una, solo una.
Pero volvamos a Salamanca. Aquí vivía el líder de la derecha José Calvo Sotelo, asesinado el 13 de julio del 36 por guardaespaldas del líder socialista Indalecio Prieto. ¿Lo condenan ustedes?
Y dejo para el final un ejemplo particularmente funesto. En una esquina de la calle Serrano, junto al hoy puente de Juan Bravo, estuvo la checa liderada por el militante socialista Agapito García Atadell. Éste fue responsable de más de 200 asesinatos durante 1936. Su modus operandi era muy simple: secuestraba a vecinos de nuestro distrito (él lo llamaba "practicar detenciones") y luego pedía rescate.
Así amasó una importante fortuna. Fortuna que se llevó consigo cuando, a finales del 36, intentó huir de España. No lo consiguió. Fue apresado en Las Palmas por las autoridades franquistas en noviembre del 36 siguiendo un chivatazo de las autoridades republicanas. Al año siguiente fue ejecutado.
En resumen, la historia de la Segunda República y la Guerra Civil no está pintada de blanco y negro. No es una historia de buenos y malos.
Cosa distinta es que ustedes, con su infame Memoria Histórica, quieran pintarla de esta manera. En todo caso, no cuenten con nosotros para hacerlo.