La noticia del acuerdo de la derecha para gobernar en la Comunidad de Madrid contrasta con el fracaso consumado por la Izquierda a nivel nacional la semana pasada. ¿Por qué han triunfado unos y fracasado otros?
La principal razón es que la pretendida negociación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias nunca fue tal. Fue un choque de egos retransmitido en directo. Ambos líderes midieron su ego en sillones del Consejo de Ministros y no hubo moqueta suficiente para acomodar tanto sillón. Peor aún, midieron sus egos en continuas ruedas de prensa salpimentadas de reproches al otro por no aceptar refrenar sus exigencias.
No se negocia con ruedas de prensa. Una negociación a través de micrófonos está destinada al fracaso porque el destinatario del mensaje no es la otra parte negociadora sino tus propios votantes. Si de lo que se trata es de entender las prioridades del otro y de ceder en ciertas cuestiones, es imprescindible hablar en privado. Si de lo que se trata es de causar indignación a tus bases electorales e intentar echar la culpa al otro por el fracaso negociador, entonces se hablará continuamente en público.
El acuerdo de las derechas en Madrid ha llegado cuando nadie se lo esperaba. Un primero de agosto, cuando los españoles están más pendientes del tiempo que hará en su destino vacacional que de los acontecimientos políticos. Y, sobre todo, cuando un silencio negociador previo había hecho que se olvidase que había una negociación en marcha. Además, el acuerdo se ha basado en documentos programáticos, documentos notablemente ausentes de la negociación nacional. En Madrid se ha negociado una acción de Gobierno; en Moncloa se negoció un reparto de ministerios.
Los términos del acuerdo en Madrid parecen sensatos. Vox renuncia a entrar en el Gobierno, pero exige mantener la bandera de la libertad madrileña – en especial, la económica y la educativa – enarbolada bien alta. Esto es justo aquello por lo que votó la mayoría de madrileños y lo que esperan de su Gobierno autonómico.
Enhorabuena, pues, al PP, Cs y Vox por el acuerdo. Su éxito es una buena noticia para los madrileños, como ya lo ha sido para andaluces y murcianos. La madurez política de los tres partidos contrasta con los fracasos del PSOE y Podemos, tanto por no llegar éstos a un acuerdo a nivel nacional como por necesitar a Bildu y a golpistas independentistas para certificar sus acuerdos en otras partes de España.
Dicho esto, el contraste entre unos y otros seguramente ponga todavía más presión sobre la Izquierda para llegar a un acuerdo en el Gobierno de la Nación en septiembre. Hoy mismo, El País les ha pegado un tirón de orejas (sobre todo a Podemos) con una encuesta/orden según la cual los votantes de Izquierda rechazan nuevas elecciones. A ver cómo se les explica a estos votantes de Izquierda que los avariciosos fachas llegan a acuerdos y los generosos progresistas se estrellan con los egos de sus líderes. La presión para que Sánchez e Iglesias lleguen a un acuerdo en septiembre va a ser muy difícil de resistir. Y, recuerden, cuantas menos ruedas de prensa precedan a la votación en el Congreso, más probable será el acuerdo.