En una reciente rueda de prensa, en las que periódicamente altos cargos del Gobierno de la Nación comparecen para anunciar medidas que luego no se adoptan o para hacer inventario de compras que con posterioridad no llegan, hubo alguien que lo que explicó, sin embargo, sí parece que se ajuste a la realidad de lo que está haciendo el Gobierno. Me refiero al general José Santiago, jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, cuando informó respecto al trabajo que está realizando el Gobierno en la lucha contra las fake news. El general manifestó que están trabajando en dos direcciones que me dejaron descolocado cuando lo escuché. Tuve que oírlo un par de veces para ser consciente de la magnitud y gravedad de lo que estaba contando.
La primera línea de trabajo que se anunció fue la que, a través de la Jefatura de Información, consiste en evitar el estrés social que producen los bulos. Nadie ha centrado mucho interés en este asunto, entre otros motivos por la gravedad evidente de lo que suponía la segunda línea de trabajo expuesta, y sobre la que me centraré más adelante. A primera vista, puede parecer una actividad inocente y bienintencionada. Cómo puede haber alguien que se oponga a que desde el Estado se vele por la buena salud emocional de los ciudadanos. Pero es que lo que hay detrás es muy preocupante y peligroso para la democracia.
Que un Gobierno analice e intente evitar bulos tiene sentido y justificación si se trata de informaciones o campañas cuyo objetivo es subvertir el orden constitucional o poner en grave riesgo la seguridad nacional. Pero velar por el estrés de la población, en realidad lo que oculta es un ilegitimo ejercicio del Gobierno por anestesiar a la sociedad. Este tipo de actuaciones parten de la idea de que el ciudadano es un ser débil y tonto, incapaz de identificar bulos o de defenderse por sí mismo de ellos. Lo que hay detrás es un intento de instaurar un Estado totalitario de estilo orwelliano, en el que el Gran Hermano estatal proteja a los individuos de toda información que el líder considere nociva. Ahora bien, tal intromisión, sin duda, siempre será selectiva. El ciudadano tonto solo será advertido y protegido respecto a aquellos bulos que el Gobierno considere nocivos para él; su objetivo es dirigir a los ciudadanos, como rebaños de ovejas, por la cañada preestablecida.
Por eso, hubiese sido muy útil saber qué tipo de estrés es el que preocupa al Gobierno; qué población y qué tipo de bulos o mensajes. Me temo que la respuesta es obvia. Solo preocupa lo que genera estrés al Gobierno y a sus seguidores. El estrés de los demás, el de buena parte de la sociedad, me temo que no cuenta. De lo contrario, ya hubiésemos visto cómo desde la Jefatura de Información, se habría advertido a los ciudadanos de la condición de bulos inadmisibles y videos fake que tanto el PSOE como Podemos han extendido por las redes sociales, acusando falsa y ruinmente al Partido Popular de las muertes de los ancianos en las residencias.
Pero pasemos a la segunda línea de trabajo destacada por el general Santiago, la de "minimizar ese clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno". Si la primera revelación del jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil era preocupante, esta segunda es aterradora. La Guardia civil y los servicios de información de Estado, que deberían guardar una estricta neutralidad, realizando aparentemente un trabajo absolutamente partidista a favor del Gobierno.
Lo que mas debería ponernos en modo alerta es que ese trabajo consiste precisamente en ir contra uno de los pilares sobre los que se asientan los Estados democráticos y de derecho: la crítica al Gobierno. Si hay algo que convierte a los individuos en ciudadanos es su capacidad para poder ejercer sin ningún tipo de cortapisa la libertad de expresión. Ésta supone un contrapeso más, junto al poder legislativo y al judicial, para evitar que los Gobiernos caigan en sus tentaciones despóticas.
Alexis de Tocqueville, en su Democracia en América, ya señaló la importancia y la esencia de la libertad de expresión: "Para recoger los bienes inestimables que asegura la libertad de prensa, es preciso saber someterse a los males inevitables que provoca". Ya sabemos que la libertad de expresión lleva consigo opiniones contrarias, críticas severas, incluso en muchas ocasiones basadas en datos falsos o en argumentos falaces. Pero es que sin libertad de prensa la libertad del individuo no podría existir, y sin libertad individual el sistema político se podrá denominar de cualquier manera, pero en ningún caso tendrá un auténtico carácter democrático.
Aquí es precisamente donde radica la gravedad de lo expuesto en la rueda de prensa: que el Gobierno está planteando no solo una estrategia, sino usando los medios necesarios para acabar de manera fáctica y real con la libertad de expresión, aunque pretenda guardar formalmente las apariencias.
El riesgo y el peligro es real. Pedro Sanchez se caracteriza por su concepción personalista y despótica del poder, y su socio, Pablo Iglesias, es un comunista reconocido de corte bolivariano, cuyos objetivos nunca ha ocultado: acabar con la Constitución del 78, con la Transición y lo que representa es el primer paso para implantar su dictadura del proletariado, su república socialista en la que la libertad –tras haberse manipulado su significado– solo sea un vago y lejano recuerdo.
Para poder llevar adelante sus planes, Iglesia ya reconoció que nada mejor que "politizar el dolor". Pero como en este caso el dolor se identifica principalmente con la gestión ineficaz de Sanchez y su Gobierno, lo que hay que hacer es precisamente acallar el dolor y las críticas que lo acompañan.
Hay un cartel que los británicos imprimieron al comienzo de la Segunda Guerra Mundial que dice: "Freedom is in peril, defend it with all your might". Es decir, la libertad está en peligro, defiéndela con todas tus fuerzas. Creo que vivimos unos momentos en los que lamentablemente tenemos que emplear toda nuestra determinación para defender la libertad. Aunque no lo parezca, empieza a estar en riesgo.
La amenaza a la libertad de expresión y el uso de los servicios de información para "minimizar las críticas al Gobierno" son un primer eslabón. Por eso hago un llamamiento a todos los medios de comunicación, a los que publican o expresan sus opiniones a través de blogs, Youtube, Instagram o cualquier otro medio, para que defiendan la libertad. La mejor manera de hacerlo es precisamente ejerciendo la libertad de expresión y hacerlo en su máxima y principal función: el control del poder. Publiquen e insistan en todas la críticas que consideren oportunas contra el Gobierno de la Nación. Desde el máximo respeto a nuestro ordenamiento jurídico, sin calumnias ni injurias o sin intromisión ilegítima en la imagen o el honor de nadie; pero sin abandonar los argumentos, sobre todo los que consideren que el Gobierno está haciendo mal las cosas. Solo así sabremos si la revelación en la rueda de prensa fue un lapsus linguae o una traición del subconsciente.
Pedro Muñoz Abrines, portavoz adjunto del Grupo Popular en la Asamblea de Madrid.