Nuestra sociedad es tan decadente que atribuye a los actores de cine especiales cualidades y profundos conocimientos para opinar sobre lo divino y lo humano. Sólo porque sus rostros y sus vidas íntimas son conocidos por millones.
Yo no me imagino a Marlon Brando explicando a los italianos cómo acabar con la mafia aunque encarnase al padrino Vito Corleone o a George Scott enumerando las causas por las que el III Reich perdió la guerra debido a su interpretación del general Patton. Sin embargo, el actor Viggo Mortensen pretende conocer la obra de J. R. R. Tolkien mucho mejor que su autor con la única condición de haber interpretado a uno de los personajes principales de El Señor de los Anillos.
Según Mortensen, Aragorn era un líder integrador y progresista, "un estadista políglota que aboga por el conocimiento y la inclusión de las diversas razas, costumbres y lenguas de la Tierra Media". Palabras curiosas en quien milita en el grupo separatista catalán Òmnium, que concibe una Cataluña monolingüe y excluyente.
A Mortensen ya le respondieron varios conocedores de la obra de Tolkien que Aragorn era un rey que no dudaba de su derecho de gobernar por herencia; que había peleado en las fronteras de la Comarca contra invasores e 'inmigrantes ilegales'; y que, en vez de integrar a los orcos, a Mordor, a los piratas y a los traidores en su reino recuperado, los aniquiló. También señalaron que en la Compañía del Anillo no había cuotas por sexos ni por identidades de género ni por minorías discriminadas.
Roy Campbell, de Oxford a Altea
Pero lo más sorprendente es que el personaje de Aragorn tiene elementos de un poeta sudafricano, católico y tradicionalista (condiciones comunes en Tolkien) y que además fue un partidario acérrimo del general Franco y del bando de los nacionales en la guerra civil española. Se trata de Roy Campbell (1901-1957), desconocido, a pesar de su calidad, por sus opiniones políticas, incluso en la España franquista, tan ingrata con sus admiradores y defensores extranjeros. Durante el siglo XX sólo se publicó en España una antología de su poesía debida a la traducción de Aquilino Duque, en 1958.
Campbell, que aprendió zulú, se trasladó en 1919 de Sudáfrica a Oxford, donde chocó con los grupos izquierdistas y se dio a conocer como un magnífico poeta, de similar calidad que T. S. Eliot. Hartos del ambiente decadentista dominante en la literatura británica, Campbell y su esposa Mary marcharon en los años 30 a la Provenza francesa y luego al pueblo alicantino de Altea, donde vivieron felices "sin una sola moneda", entre naranjos y olivos. Allí ambos solicitaron al párroco, de nombre Gregorio, que les instruyese en el catolicismo. En 1935 fueron bautizados con la asistencia de casi todos los vecinos alteanos; él escogió el nombre de Ignacio de Loyola y ella el de María Magdalena.
Campbell tradujo al inglés a San Juan de la Cruz y Federico García Lorca. El estallido de la guerra le sorprendió en Toledo, donde vivía junto a un convento de carmelitas. Poco antes de ser asesinados, los monjes le confiaron un arcón con manuscritos originales de San Juan de la Cruz. Él, su mujer y sus hijas pudieron salvarse del genocidio católico debido a su nacionalidad; salieron de España en un barco británico.
El asombro de Tolkien
Campbell fue uno de los intelectuales británicos que más se implicaron en la defensa de la causa nacional. Por ello se enfrentó no solo a izquierdistas de toda laya (con algunos de ellos, incluso a puñetazos en peleas públicas), sino a anglicanos lastrados por sus prejuicios anticatólicos como C. S. Lewis. La guerra le inspiró uno de sus poemas más famosos, Flowering Rifle. Y él y Mary asistieron en Madrid al Desfile de la Victoria. En cuanto comenzó la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el Ejército Imperial y combatió contra el III Reich.
Tal como cuenta Joseph Pearce en su biografía de Campbell, Tolkien quedó muy impresionado por el vehemente poeta cuando lo conoció en 1944 e incorporó rasgos de su personalidad a Aragorn:
Curiosamente, las primeras impresiones de Tolkien sobre Campbell le recordaron a uno de sus personajes centrales de The Lord of the Rings, la fantasía épica en medio de cuya composición estaba todavía: comparó a Campbell con Trancos [Aragorn], el misterioso extraño que se encuentra con los hobbits en la posada Prancing Pony.
En una carta a su hijo, Tolkien le describió la sensación que le había causado el enorme y osado Roy Campbell, que, como identidad de su hispanismo, vestía capa española y sombrero cordobés en la húmeda Inglaterra. Al igual que Aragorn, Campbell tomó a su cargo la defensa de sus amigos: a un crítico que gustaba burlarse de la poetisa Edith Sitwell le calló la boca con un empujón que le tiró al suelo y le amenazó con darle una paliza si repetía los insultos.
Otras de las expresiones que Tolkien dedica a Campbell, según recoge Pearce, son las siguientes: "un personaje tan raro, a la vez soldado y poeta, y cristiano convertido", "de aspecto mayor con cicatrices de guerra", que "renguea por heridas recientes", pero "amable, modesto y compasivo".
Y como colofón:
¡Qué distinto de la izquierda, de los «tanques de pana» que huyeron a Estados Unidos (entre ellos Auden, que, con sus amigos, hicieron que las obras de R. C. fueran «proscritas»...).
"España salvó mi alma"
Roy Campbell, que vivió feliz en una pobreza voluntaria, murió en Portugal en un accidente de coche el lunes de Pascua de 1957, cuando él y Mary regresaban de asistir a las procesiones de Semana Santa en Sevilla. Su reputación literaria, escribe Pearce en Escritores conversos, al igual que la de otro poeta, Edmund Blunden, ha quedado enturbiadas "por cometer el error de ponerse 'del lado equivocado' durante la Guerra Civil española".
Campbell dijo repetidas veces una frase conmovedora: "España salvó mi alma". Esperemos que su espíritu influya en Viggo Mortensen a través de Aragorn para que también salve la suya… y piense un poco antes de abrir la boca.