La Vanguardia es uno de los periódicos que mejor han sabido adaptarse a cada régimen y gobierno españoles. En su historia centenaria, el diario propiedad de la familia Godó ha sido alfonsino, republicano, franquista, juancarlista, suarista, pujolista… y ha dado a los propietarios no sólo suculentos beneficios, sino, además, títulos nobiliarios (creación del condado de Godó en 1916 por Alfonso XIII y concesión de la grandeza de España en 2008 por Juan Carlos I), condecoraciones y nombramientos graciosos (Carlos Godó fue procurador en las Cortes franquistas en cinco ocasiones, dos veces por designación personal del caudillo).
En los últimos años del régimen franquista, La Vanguardia fue el periódico generalista más vendido de España, con 220.000 ejemplares de venta diaria. En la actualidad, según la OJD, La Vanguardia ha pasado de vender 62.000 ejemplares en septiembre de 2012, cuando se produjo la Diada más radical, a 41.366 en abril de 2014. Semejante caída puede deberse, aparte de a la crisis de internet y a la económica, a la adhesión incondicional del periódico al plan separatista de Artur Mas. Uno de los columnistas más destacados del periódico es Pilar Rahola, antigua diputada de ERC y biógrafa del presidente de la Generalidad.
El jueves el periódico publicó un editorial en que daba su opinión sobre dos manifiestos presentados esta semana a la opinión pública española: Libres e iguales, opuesto al plan separatista, y Una España federal en una Europa federal. El periódico tomaba partido por éste y contra el primero.
Según el editorial, el manifiesto Libres e iguales defiende el "mantenimiento a rajatabla de la unidad del Estado español" y "rechaza la mayor al negar el pan y la sal a toda aspiración nacionalista catalana, incluido por supuesto el derecho a decidir". Los redactores del editorial declaran ser "partidarios del pacto y del diálogo en toda circunstancia" y creer "que siempre es mejor huir de planteamientos inmovilistas y excluyentes", por lo que
tiene más futuro apostar por quien sugiere alternativas que por quien rechaza toda negociación y afirma, textualmente, que "el desafío secesionista no ha recibido la respuesta que merece".
El conde que lloró a Franco
Tono sorprendente en un periódico cuya hemeroteca contiene loas a Franco y a España difíciles de igualar por la Prensa del Movimiento. Por ejemplo, el padre de Javier de Godó reconoció que lloró al conocer la muerte del dictador, pero no de alegría por la libertad que se avecinaba, sino de pena, que conste.
Con lágrimas en los ojos he escuchado esta mañana la alocución de nuestro presidente, don Carlos Arias Navarro, quien, visiblemente conmovido, nos ha leído el último mensaje de Franco y no solamente yo, sino las personas que estaban a mi lado, no han podido contener la emoción que la lectura les ha producido. Me siento orgulloso de pertenecer y formar parte de la España de Franco. Y, en el tiempo que me quede de vida, he de recordar siempre la fecha histórica del día de hoy, dolorosa para todos los españoles, a cuyas plegarias uno las mías por el eterno descanso del alma de nuestro querido Caudillo.
Sin embargo, no hay que remontarse a los años del franquismo para encontrar las contradicciones del periódico de la familia Godó.
El 28 de junio de 2008 La Vanguardia, dirigida por José Antich, publicó un editorial contra el plan del presidente vasco Juan José Ibarretxe con los mismos argumentos que ahora emplea la caverna madrileña contra la inocente y superdemocrática consulta de Mas.
Sabido es que el referéndum autodeterminista es jurídicamente inviable, pues vulnera diversos principios constitucionales y se basa en la errónea pretensión de que para llevarse a término no necesita la autorización del Estado. El recurso del Gobierno central está ya anunciado para la próxima semana. Y se basará en diversos argumentos constitucionales, entre los que destacan que el procedimiento es irregular, pues otorga al Parlamento autonómico una competencia que no tiene. La consulta que impulsa el lendakari persigue fundamentalmente afirmar la existencia de un ámbito vasco de decisión que fragmenta la soberanía política, una soberanía que, según la Constitución vigente, pertenece al conjunto del pueblo español. Ibarretxe sabe desde el primer momento que su iniciativa es inviable.
Cuatro años más tarde, la línea editorial del periódico de la familia Godó es favorable al mismo tipo de referéndum si lo realiza la Generalidad.
Subvenciones millonarias
Pero vayamos a lo importante, las pesetes. Los bandazos de La Vanguardia y su desprestigio, el abandono de la cabecera por gran parte de los lectores, ¿puede hundir el periódico? No es probable, porque el Grupo Godó se ha convertido en uno de los mayores perceptores de subvenciones públicas de Cataluña.
La más jugosa de las subvenciones percibidas fue la de 5,5 millones de euros a la ampliación de la planta de impresión de La Vanguardia en lengua catalana. Según el Diario Oficial de la Generalitat, esos 5,5 millones se abonarían de la siguiente manera: 2,3 en 2011, 2,3 en 2012 y 0,9 en 2013.
El favoritismo de la Generalidad con el Grupo Godó ha molestado no sólo a los medios de comunicación del resto de España, también a algunos catalanes. El 27 de noviembre de 2012, dos días después de las últimas elecciones al Parlamento regional, que fueron un desastre para CiU, El Periódico de Catalunya (Grupo Z) publicó un editorial en el que ensalzaba su independencia, en comparación con otros periódicos que, a cambio de prebendas ofrendaban, a Artur Mas sus portadas.
Sobran ejemplos de quienes pasaron de silenciar los recortes y ovacionar la alianza CiU-PP a abrazar tras la Diada la fe soberanista. O de ofrendar a Mas sus portadas electorales al alentar, el día de reflexión, un acto de apoyo al president vetado por la Junta Electoral. ¿Tan jugosas son las prebendas como para acarrear tamaño sometimiento editorial?
Al año siguiente, 2013, la Generalidad, que tenía que pedir dinero al Gobierno nacional para pagar sus compromisos (salarios de funcionarios, deuda pública, suministros de proveedores…), concedió 2,9 millones de euros en publicidad institucional a los medios del Grupo Godó y, para que no se quejase de nuevo, 1,6 millones a El Periódico.
Habría que preguntarse si los Godó ganan más dinero con Artur Mas que con Franco, aunque sea con las subvenciones y no vendiendo periódicos y publicidad…
Y seguimos esperando que La Vanguardia nos explique la definición del derecho a decidir y su contenido. Por ejemplo, ¿pueden los catalanes decidir en qué idioma matriculan a sus hijos en la enseñanza? ¿Pueden decidir no subvencionar con sus impuestos al Grupo Godó?