Al pie de la torre de la Vela de La Alhambra consta una inscripción que contiene los versos del mexicano Francisco de Asís de Icaza, que era académico de la Lengua en su país y miembro de la Real Academia de la Historia en Granada, además de diplomático. Sobre sus versos, hasta Ángel Ganivet improvisó otros suyos en los que hizo mudo al ciego de los versos originales, que eran éstos:
"Dale limosna mujer
que no hay en la vida nada
como la pena de ser
ciego en Granada."
Pero si hay algo peor que la ceguera en Granada, es la estupidez. Carlo M. Cipolla describió en su Allegro ma non troppo, cuyo texto se encuentra fácilmente en Internet, las cinco leyes de la estupidez que a menudo se citan por su claridad y por la fuerza de su evidencia empírica.
De entre ellas, en estos momentos granadinos, conviene citar la tercera y la quinta leyes fundamentales de la estupidez:
Tercera Ley Fundamental: "Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio".
Quinta Ley Fundamental: "La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado".
Lo que ha ocurrido en el Ayuntamiento de Granada, consumado con la renuncia de quien nunca debió haber sido alcalde de la ciudad por no ser el representante del partido más votado de la mayoría, ha sido un ejemplo brillante de cómo es posible que los intereses mezquinos de los dirigentes de algunas castas políticas deriven en una estupidez del tamaño del Mulhacén y el Veleta juntos.
Cuando se repasan los hechos, la estupidez política demostrada por PP y Ciudadanos se hace tan evidente que no da risa sino miedo. En las elecciones de 2019, PP, Ciudadanos y Vox obtuvieron un escaño más que PSOE y Adelante Andalucía y miles de votos más que el bloque de las izquierdas, alrededor de 5.000 más.
Dentro del bloque del centro derecha vencedor, el PP, presidido por Sebastián Pérez desde 2004, obtuvo 7 concejales, 4 Ciudadanos y 3 Vox, que sumaban la mayoría absoluta. Cuando todo parecía ajustado para que Pérez, que ya había sido presidente de la Diputación, fuese el nuevo alcalde de la ciudad, la cabeza de Ciudadanos en Granada, Luis Salvador, procedente del PSOE, exigió la alcaldía para sí.
La exigencia se fundamentaba, no en los valores políticos, intelectuales o morales de Salvador, sino en la disposición del PP andaluz, que presidía la Junta de Andalucía desde enero de 2019, a favorecer a su socio de gobierno, Juan Marín, y, de paso, eliminar de la escena a quien se había enfrentado con Juan Manuel Moreno y Elías Bendodo en las famosas primarias que dieron la victoria a Pablo Casado sobre Soraya Sáenz de Santamaría. Pérez apoyó a Casado y Moreno-Bendodo a la Santamaría.
Y así fue, con la complicidad absolutamente incomprensible de Pablo Casado y Teodoro García Egea que traicionaron de manera poco comprensible a su hombre en Granada, Sebastián Pérez, beneficiando a aquellos que se habían enfrentado con él en las primarias, el clan boquerón procedente de Málaga aupado a la dirección del PP andaluz por Mariano Rajoy.
Pero Pérez, que es un político largo y experimentado, logró en el último momento reducir el desaguisado obteniendo un pacto beneficioso para el PP consistente en compartir la alcaldía de Granada, dos años para Ciudadanos y dos años para el PP. El pacto fue conocido por todas las partes, como bien se ha puesto de manifiesto después. El abandono de Pérez le llevó a la dimisión quedando con su escaño municipal en la mano.
La crisis estalla cuando Luis Salvador, tras haber cumplido sus dos años de mandato, se negó en redondo a ceder la alcaldía al PP granadino ignorando el acuerdo suscrito, primero dijo que no existía, cuando la existencia del acuerdo era reconocida incluso por los propios concejales de Ciudadanos y certificado por Fran Hervías, El Lobo, ex responsable de organización de Ciudadanos ya en el PP.
Ni Inés Arrimadas, ni Juan Marín aceptaron que Salvador cediera el bastón de mando de primer edil. Pero, oh, sorpresa, es que Juan Manuel Moreno y Elías Bendodo estaban dispuestos a dejar que Ciudadanos siguiera gobernando Granada aunque no tuviera derecho a hacerlo.
Pero en ese momento, Teodoro García Egea, con su mano derecha para asuntos ciudadanos, Fran Hervías, se empeñaron en que se cumpliera el acuerdo que suscribieron 2019 Sebastián Pérez y Luis Salvador. Como éste se negaba a ceder, dos concejales de Ciudadanos y seis del PP dejaron al alcalde con sólo un concejal de apoyo, una situación imposible que fue aprovechada por el PSOE para erosionar de forma explosiva al equipo de gobierno.
Como consecuencia final, Luis Salvador renunció a la alcaldía de la ciudad del Genil y anunció su voto favorable al PSOE como partido que obtuvo el mayor número de votos en 2019 y el nuevo alcalde de la ciudad será el socialista Francisco Cuenca, que ya lo fue con el apoyo de Ciudadanos en 2016.
El problema es que Francisco Cuenca ya fue implicado en irregularidades varias desde su primer tiempo en la alcaldía. De hecho, está inmerso en una causa judicial que lleva el juez de los macrocasos de corrupción, José Ignacio Vilaplana por la presunta usurpación de potestades públicas y contratación irregular en su etapa como delegado de la Consejería de Innovación en Granada.
La denuncia partió del Sindicato Andaluz de Funcionarios y afectaba a 19 cargos de la Junta relacionados con el PSOE, pero el letrado de la Junta, ya gobernada por PP Y Ciudadanos, ha obstaculizado el proceso pidiendo se imponga al SAF una fianza de 120.000 euros para continuar como parte en la causa.
"Nos parece vergonzoso" que el Gobierno andaluz "esté maniobrando a través del Gabinete Jurídico de la Junta para expulsar al SAF" de una causa judicial que denunció este sindicato, advirtió Carlos Sánchez, presidente del Sindicato Andaluz de Funcionarios y recogió El Mundo. Uno de los beneficiados por la Junta es Francisco Cuenca, ahora a punto de recuperar la alcaldía granadina
Concluyendo, Ciudadanos pierde la alcaldía, el PP no la obtiene, Vox ni sabe ni contesta y un investigado judicialmente consigue el poder en el Ayuntamiento de Granada gracias al voto del ex socialista Salvador, apellido que lo es con tós sus avíos respecto al PSOE y que se vuelve Condenador para el centro derecha en general e incluso para Ciudadanos.
Si se repasan la 3ª y la 5ª leyes generales de la estupidez de Cipolla, se observa que falta un matiz. No es que sólo se haya hecho daño a todo el mundo, incluido el centro derecha mismo y sus votantes, sino que se ha hecho un favor al adversario político. Es el no va más.
Y, por si fuera poco, el peligro que encierra lo ocurrido en Granada, puede infectar a la Junta de Andalucía gobernada por un PP al que Ciudadanos acusa de su pérdida de la alcaldía. Juan Marín ya ha mostrado su cabreo y la pata progresista de los naranjas ha visto un rayo de luz para el futuro. Una obra maestra que estará admirando Juan Espadas. Y Pedro Sánchez.