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Andalucía

Pedro de Tena

El 'centrovirus' andaluz

El PP se ensimisma y la izquierda de Ciudadanos saca la patita.

El PP se ensimisma y la izquierda de Ciudadanos saca la patita.
Rocío Ruiz, durante el acto de toma de posesión de su cargo | EFE

Mientras el coronavirus sigue amenazando la vida y hacienda de los andaluces, aparece un virus político para nada desconocido que infecta a los gobiernos de centro derecha cuando más tranquilos parece que están. Hasta hace dos semanas, nadie podría haber profetizado un nerviosismo tan visceral en burócratas de la política que dejan a sus votantes con la boca abierta.

Mientras el PP andaluz sigue con el exhibicionismo de sus miserias internas, en el Ciudadanos de Juan Marín se alza la voz, ya más clara y concreta, de quienes cuestionan su pacto a la derecha y proponen abiertamente un pacto a la izquierda tras las próximas elecciones, si es que llegan vivos a las urnas. Mientras tanto, claro, que el PSOE de Susana Díaz impida a los sanchistas de Fuengirola entrar en el local tras una crítica a su lideresa pasa sin pena ni gloria

El espectáculo que esta dando el PP de Sevilla es tragicómico en un grado cada vez más superlativo. Especialmente escandaloso es el resultado de la verificación de los avales presentados por ambos candidatos, Juan Ávila, el de Moreno-Arenas y Virginia Pérez, la de Génova.

Resulta cómico, si no fuese revelador de las malas artes, un estilo mafioso y las infamias internas de la organización del PP de Sevilla, que de los más de 3.117 avales presentados – documentos firmados que expresan el apoyo de afiliados a los candidatos -, por Virginia Pérez para consolidar su candidatura, el órgano encargado de verificarlos solo ha admitido 1.328. O sea, que más de 1.700 han sido rechazados por razones que van desde el impago de las cuotas a haber avalado a ambos candidatos para curarse en salud o que son falsos. Y a saber qué otras razones.

Pero es que en el caso del candidato designado por el presidente del PP, Juan Manuel Moreno, que presentó 1.498 avales, sólo han sido aceptados 271. Casi 1.200 han sido considerados inválidos, una proporción mayor aún que el de la candidata oponente. Esto viene a decir que las artimañas se parecen y que la salud moral del PP sevillano deja mucho que desear.

Pero si anotamos lo ocurrido en las cúpulas respecto a los candidatos, la cosa pone los pelos de punta. Las acusaciones son mutuas de Génova al PP andaluz y viceversa. Pero en ambos casos hay un denominador común: ambos aparatos parecen estar dispuestos a traicionar a sus candidatos en cualquier momento.

El PP andaluz acusa a Génova de haber deslizado el nombre de José Luis Sanz, alcalde de Tomares y ex secretario general del PP andaluz con Juan Ignacio Zoido en la presidencia, como candidato de consenso. Eso significa que se apartaría, y se humillaría, a la candidata Virginia Pérez que quedaría como la Chata de Cái.

Por el otro lado, Génova acusa a Moreno Bonilla y a las huestes afines a Javier Arenas, de haber propuesto otro candidato de consenso que conlleva el sacrificio del actual aspirante y alcalde de Carmona, Juan Ávila. Se trata de Ricardo Sánchez, actual delegado del gobierno de la Junta en Sevilla. El papelón de Ávila sería de cuidado.

El que va asumiendo carácter de víctima sacrificial en este esperpento es Javier Arenas, al que no interesa nada por razones obvias derivadas del caso Bárcenas, que se hable de él, bien o mal. Pero se ha hablado y desde su propio partido se ha puesto en duda su idoneidad para ocupar puesto de senador nacional por la mochila escandalosa que porta desmereciendo el afán “renovador” de Pablo Casado.

La izquierda andaluza ha tomado nota y ha aprovechado el rebufo del obús de Génova para pedir al unísono el fin de la existencia política nacional de Javier Arenas, cuyo único lazo con lo que cuece en Madrid era el Senado. ¿Razón? Que es el único alto cargo del PP citado en el caso Bárcenas que sigue en un cargo público decidido por el Parlamento andaluz a instancias del PP.

Es natural que una izquierda, más dividida aún que el PP – el caso de las llaves del local socialista de Fuengirola negadas a los sanchistas por haber criticado a Susana Díaz, es un ejemplo pintoresco -, trate de ocultar sus vergüenzas aprovechando la crisis del PP de Sevilla. Pero no se olvide que Teresa Rodríguez ha sido expulsada de su grupo parlamentario por IU y Pablo Iglesias y que Susana Diaz sufre un acoso y derribo permanente aunque no siempre visible. Pero ¿quién dice no a un caramelo?

Cs saca su patita a la izquierda y da alas a Susana Díaz 

Si es grave el enredo del PP andaluz, y en especial, la tramoya sevillana, más que grave, por sus consecuencias, puede ser la formulación por el sector más a la izquierda de Ciudadanos sobre un posible pacto a la izquierda tras las elecciones de 2022, si es que no se anticipan. No parece casual el momento elegido por la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz, para sembrar la inquietud.

Ruiz dijo en la mañana de ayer a la cadena SER, aprovechando la negativa de Juan Marín a todo tipo de coalición con el PP, que "Ciudadanos y PP somos dos partidos diferentes" pero añadió que desde sus filas se puede contribuir a la gobernabilidad ayudando a la formación de gobiernos a la derecha y a la izquierda.

Es conocida la enemistad interna de Ruiz y Marín en el seno orgánico de Ciudadanos donde han protagonizado diferentes maniobras para colocar a los propios y descolocar a los ajenos, pero su extraña argumentación a favor de un gobierno de “centro” y “liberal” con la izquierda ha llamado la atención. También que no negara su futura candidatura a dirigir Ciudadanos en contra de Juan Marín.

PP y Ciudadanos “somos dos partidos diferentes que podemos unirnos o no", sostuvo añadiendo que “nuestra presidenta Inés Arrimadas lo dijo muy claro y en Cs lo tenemos absolutamente claro":  ya no existen mayorías absolutas y el pacto con el PP ha sido necesario “para provocar un cambio en Andalucía que era importante".

Pero Ciudadanos es un partido "regenerador, moderno, progresista en lo social, como se está demostrando desde mi consejería y liberal en lo económico". Y siguió: "Es un partido único, imprescindible y diferente que puede formar gobiernos a izquierda y derecha y lograr gobiernos moderados, de centro, que es lo que necesitan los andaluces en estos momentos de crisis económica y social".

El momento elegido conduce a cierta perplejidad. La situación de fuerza en el panorama electoral según las encuestas disponibles indica que un gobierno de izquierdas sólo podría ser posible si Ciudadanos no se hunde, algo que tiene mal color, y siempre debería ser apoyado por Podemos y los “anticapitalistas”, que no son precisamente un modelo de centrismo liberal.

O sea, que un gobierno de centro izquierda PSOE-Cs, con Susana Díaz o quien lo liderara en 2022, no sería posible más que siendo apoyado por la extrema izquierda, lo que pondría en cuestión el “centrismo” y el “liberalismo” de la operación. Lo que sí sería factible es la reedición del gobierno del “cambio” con cambios notables en el escenario ya que Vox se ha comido a Ciudadanos y está cada vez más cerca del PP.

Que los actores principales del gobierno “del cambio”, PP y Ciudadanos, con una oposición estéril y dividida, se empeñen en no cambiar apenas lo que es preciso cambiar para impedir reediciones de la “tela de araña” y su consecuencia, el retraso económico, social y civil, y se afanen en expandir un centrovirus que desanima a sus votantes con divisiones y miserias, resulta inexplicable desde una visión nacional de la crisis que vivimos en España. Será la miopía alimentada por la taifa autonómica.

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