Menú

Partía, doblá y crujía

Así está la izquierda en esta España nuestra del mayor dolor.

Así está la izquierda en esta España nuestra del mayor dolor. El inenarrable espectáculo de la izquierda madrileña desde el PSOE a Podemos debería ser motivo de leyenda. ¿Qué queda de aquel partido que presumía de constituir la columna vertebral de la España democrática y que ahora no vertebra ni a un solo barrio de la capital? El papelón de Felipe González, viejo, rico y famoso, sosteniendo (hasta las primarias, que luego ya se verá) a un Pedro Sánchez aplaudido por decapitar sin juicio previo a un desquiciado, cierto, pero con derechos, no nos va hacer olvidar la tendencia a la sumisión de unos socialistas que, al parecer, lo aceptan todo. Incluso a fray Gabilondo, que no ha tenido siquiera la deferencia de afiliarse al partido que lo va consagrar como candidato. Se lo han tragado sin más, con hábitos y todo. ¿Y la crítica? ¿Y la racionalidad? ¿Y las ideas? ¿Y el pudor? No queda nada. No nos extraña, claro. Se acaban de tragar la imputación de Chaves y Griñán, y Zarrías y los otros sin inmutarse. Vientres de acero, corazones de piedra, cerebros desnortados. Y el Muro de Berlín que les sigue cayendo encima sin que nadie haya leído a Bernstein y su liberalismo organizado.

Pero ¿y las otras izquierdas? La comunista de toda la vida, que jamás ha hecho una autocrítica desde la guerra civil española que refriega incluso a sus víctimas –joder con las metáforas del Benjamin Carrillito–, se deshace como un azucarillo ante la acometida de una pandilla de ambiciosos que acusan de todo a todo el mundo sin hablar claro de nada ni de ellos. Lo de Monedero esta semana ha sido de bandera. Ni un papel, ni una explicación, ni una factura salvo la que él ha compuesto y eso sí, culpando de todo a la gran cosa mala que somos todos menos ellos. Mientras Syriza se la envainaba ante su troika porque eso de pedir prestado y no devolver no se lo traga ya ni la iglesia ortodoxa, aquí resulta que, salvo demostración en contrario, Podemos es un partido financiado por un país extranjero no se sabe con qué fines. Tal ver detener alcaldes o encarcelar opositores. De lujo, lo de Teresa Rodríguez, la andaluza incapaz de salir del panfleto y la consigna, desconociendo que el impuesto de sucesiones obliga a muchos mileuristas andaluces a renunciar a sus herencias porque no pueden pagarlo. Para colmo, arriba del todo llega el joven Garzón y lo primero que balbucea es: "No soy el caballo de Troya de Podemos". Joder. Tania, la de Madritania o Paulitania, se muere de risa con su hermano en el piso de VPO de Rivas, que Pablete está la bolsa de Nueva York haciendo el ridículo.

Ni partía ni doblá se definía la Maleni, también imputada en los ERE. Pero Susana Díaz puede sufrir la crujía inesperada, una somanta que describe Cervantes en la visita de las galeras de don Quijote y Sancho, porque si en la vida nada está escrito, en la política ni siquiera está imaginado. Ella creía, oiga, que convocando elecciones anticipadas partía las piernas de un solo golpe al PP de Juanma, a la IU de Maillo –pardillo, para los críticos–, a un Podemos nasciturus y a un Sánchez doblao y partío. Pero, como no ha leído a Newton, no sabía que toda acción provoca una reacción. Que tiene el susto en el cuerpo ante el crecimiento de la tragedia lo demuestra que ha sacado la bandera de Andalucía, que se ha envuelto en ella y que, como el mejor Escuredo, entona el salmo nacionalista: "Andalucía soy yo" y a la bim, a la bam, y a la bimbombá. Ni ERE, ni Invercaria, ni putrefacta formación, ni la región última de la fila ni régimen de 33 años, ni na de na. Susana, Susana y nadie más. Y más le vale que le funcione porque puede acabar crujiendo en una loquería, maniatada por cucos volando sin nidos, con un PP andaluz crecido por desesperado, un Podemos jodiente aunque menguado, una IU vengativa, un Ciudadanos de estreno y un Sánchez cada vez más largo como un suplicio. 

De la derecha distante, altiva y lejana, ya hablaremos y del liberalismo sensato, no podemos. ¿Que por qué? Porque no entiende de organización que, como el tiempo en la física, es una dimensión real de lo políticamente existente.

Ahora bien, para doblá, partía y crujía esta izquierda enferma a la que incomprensiblemente votarán millones de españoles, oh, hermanos de democracia, con las narices tan tapadas como las nuestras.

comentarios

Servicios

  • Radarbot
  • Libro
  • Curso
  • Alta Rentabilidad