Hace veinticinco años que cayó el Muro de Berlín sin que sus constructores hayan sufrido desprestigio alguno en algunos países. España entre ellos, espera del comunismo una suerte de salvación terrenal. Ahora mismo, mientras se escriben estas líneas, algo similar o peor que el comunismo –no se olvide que Stalin pactó con Hitler en algún momento–, el nacionalismo catalán –luego vendrán otros– intenta dar un golpe de Estado en la España constitucional agonizante. Como decía Víctor Pérez Díaz hace unos días, nos atosiga la "apoteosis de la corrupción" en medio de un infierno de paro, educación inferior, descreencia en los valores democráticos esenciales e incremento de la radicalidad que sume a este país que nunca se ha querido en el agujero negro más hondo desde la Guerra Civil. La transición ha terminado por fin pero no sabemos hacia qué. Lo que sí sabemos con toda exactitud es que no somos política ni económicamente felices, que estamos ansiosos por castigar no importa a quién sin presunción alguna de inocencia y que no tenemos ni idea de cómo salir de este hoyo.
Reunidos en las proximidades de El Castillo de las Guardas, sierra norte de Sevilla y sur de Huelva, un grupo de diez amigos andaluces, los cuatro responsables de la página web porandalucialibre.es, un amigo escritor con columna en la revista junto con abogadas, profesoras y funcionarias, repasamos la situación general de España mientras recordamos el sectarismo de una España incivil que olvidó a un poeta del 27, tan fusilado como Lorca, por la sencilla razón de que era de derechas. En la obra teatral El buzo y la aviadora, del amigo escritor Alfonso Sánchez Rodríguez, que imagina las últimas horas del poeta José María Hinojosa en la cárcel de Málaga, se encuentran Lorca e Hinojosa, amigos aunque de diferentes orientaciones políticas, en el epílogo. Están subiendo en un ascensor después de asesinados y el granadino le dice al malagueño: "¿Te has traído tus sueños?".
No, no se puede prescindir de los sueños. Sin embargo,estamos obligados moralmente a salir de las pesadillas. La España reconciliada consigo misma, democrática, próspera, libre, abierta y culta era y es un sueño. Pero la España de la mentira, de la demagogia, del populismo barato a punto de metamorfosearse en totalitarismo; la España de unas oligarquías económicas y políticas insensibles al sufrimiento de los ciudadanos; la España institucional donde muchos tienen poder pero no la inmensa mayoría de la gente que trabaja media vida para el Estado, la España corrompida de arriba abajo, la España antiespañola, la España cainita, la España camisa negra de la desesperanza que estamos viviendo en estos momentos es una pesadilla de la que tenemos que librarnos inmediatamente para seguir alumbrando el sueño de recuperar el buen camino de 1978, esta vez, en serio.
La mayoría de los presentes tuvo larga presencia en la izquierda española pero, despertados en buena hora de aquel espejismo romántico, llevamos años creyendo en una España democrática y abierta que sólo puede impulsar un centroderecha sin complejos amante de la libertad y respetuoso con cada ciudadano. Al cabo de los años, descubrimos que hemos sufrido otro delirio y que el único partido que podía encarnar esas metas está en trance de suicidarse, tras haber decepcionado a casi todo el mundo y sin escuchar a nadie.
¿Qué hacer, entonces? Pues la verdad no lo sabemos. Por eso mismo, no brindamos.