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Pedro de Tena

Los tres datillos de Rubalcaba

Si es que les da igual. La realidad de un PSOE ungido por la ciencia, la virtud y el futuro, salvador de España y de Andalucía, no la van a cambiar los del PP con tres, o cuatro, datillos.

Tres datillos que pasarán a la historia, no tengo duda. Ocurrió en medio del debate, del único, del inmerecido, del inmisericorde y del inútil debate celebrado en vísperas de un cambio sin precedentes en la historia nacional de la España democrática. Dijo Rubalcaba: "Y eso no lo van a cambiar ustedes con tres datillos que traigan ahora". Se refería a la sanidad, pero en realidad daba lo mismo. De esto de los datillos tenemos larga experiencia en Andalucía cuando al datillo de ser la comunidad con más paro de España, el PSOE respondía con su campaña de propaganda "Andalucía imparable". Y cuando al datillo de estar entre las últimas comunidades de España en educación, renta, PIB y demás datos relevantes para la vida ciudadana, endiñaban otra campaña: "Andalucía, la primera". Si es que les da igual. La realidad de un PSOE ungido por la ciencia, la virtud y el futuro, salvador de España y de Andalucía, no la van a cambiar los del PP con tres, o cuatro, datillos. 

La relación entre socialismo y realidad es una vieja relación poco amorosa que siempre se ha decantado a favor del socialismo. Su enfermedad procede del idealismo germánico en el que, para que cupieran las tríadas hegelianas en su sistema divino, hubo que alterar no unos datillos, sino un saco de ellos. Marx, que heredó las tres patas de aquella dialéctica, tampoco quiso poner en tela de juicio su revolucionaria construcción por tres o cuatro datillos de nada, como su explicación errónea del capitalismo o la primacía de los países desarrollados en alcanzar el socialismo, por poner sólo dos. Aunque los datillos estaban en contra, Lenin, que lo sabía e hizo lo contrario de lo que aconsejaban las leyes de la dialéctica del capital en la Rusia campesina y atrasada, sentenció la cuestión con su "si los hechos no concuerdan con nuestra teoría, peor para los hechos". Todo esto derivó hasta el punto de que Marañón tuvo que recalcar la continua relación de izquierda y mentira, de la que el desprecio por los datillos de Rubalcaba es una nueva versión.

Por tanto, en estas elecciones nos jugamos, además, el futuro de los datillos –bendito sea un Instituto Nacional de Estadística digno de tal nombre–, de esos datillos que nos hacen comprender o intuir cuál es la verdad esencial de las situaciones. Necesitamos cada vez más una democracia de datillos que dejen cada vez menos lugar a la interpretación de parte y de partido, que permitan a los ciudadanos enjuiciar con racionalidad la situación, su situación, y decidir libremente en consecuencia. Los "datillos" son la base de la democracia racional y la propaganda siempre es la base de una tiranía. Propagar que Rajoy va a hacer lo que Rubalcaba interpreta que va a hacer es muy inferior, como tesis ontológico-electoral, a la demostración de que Rubalcaba ha hecho lo que ha hecho, datillos de por medio. Entre la realidad y la suposición, hay una diferencia. La realidad ocurrida no puede alterarse, es así y así será para siempre. Las suposiciones necesitan de unos datillos, esos que a Rubalcaba no le gustan, para confirmarse. En esta fuerte conmoción española o cambio de ciclo, los datillos ganan.

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