Hay todavía genios que se revuelven en sus tumbas por no haber podido encontrar el secreto, la música o la poesía de los números primos, que de todo se ha escrito. Incluso han existido comunistas de nivel, Koestler, por ejemplo, que encontraron en ellos y sus misterios consuelo ante una condena a muerte. Pero, claro, en esta España degenerada que sigue el consejo del torero de Triana, no ya para subir en la escala social, sino para sobrevivir, hay que dividir entre números y primos. Luego hay que especificar que tales números no tienen que nada que ver con los de la aritmética. Después, hay que aclarar que lo de primos no se relaciona con la condición de primeros de unos números deslumbrantes. No, no. Los números de este artículo son los números entendidos como piezas teatrales menores o de circo, mejor numeritos –que el diminutivo muestra mejor lo que significamos–. Los primos que aquí mencionamos somos nosotros mismos, el conjunto de los incautos ciudadanos españoles que asistimos con la boca cada vez más abierta al espectáculo político infantil que se nos sirve cada día.
Podríamos dar un repaso reciente. El numerito hierático y jeroglífico de Rajoy ante la pirámide que se le cae encima o no; el de su favorita en Barcelona jugando en el tenis con los separatistas; el de Susana Díaz tirándose de los pelos ante la corrupción popular, jajaja; el de Pedro Sánchez reconociendo a Cataluña como nación; el del tal Garzón y su amnesia ante la más importante organización criminal de la historia; el de los Pujol, por fin uno en la cárcel; el de los sumarios de los juzgados, que salen como pájaros no tan locos, de los cajones; el de la tuerta Villacís que no tiene ángulo para ver a Juan Marín; el de Maillo ordenando y mandando en el PP andaluz de ex Arenas; el de Montoro y el famoso despacho… Pero reconozcamos de una vez por todas que la cátedra en numeritos políticos se la llevan de calle Pablo Iglesias y su banda.
Dejando de lado la reciente moción de censura mayor; al bebé, ya ausente habitual, de la Bescansa, igualmente desaparecida; las sublimes campañas del cumbre Errejonito gafotas; las maniobras del tramabús más inseguro de la nación; la caradura inagotable de la Montero, las negaciones de Pablo Manuel en el huerto de Maduro, factura inclusa, y las erupciones ideológicas del tocado Monedero, el numerito de la semana, destinado a los primos españoles, mayormente andaluces en este caso, es el de Echenique anunciando/renunciando/pronunciando –qué sabe nadie– una moción de censura en el Parlamento andaluz a la mismísima manijera del cortijo. Reconozcamos que esta vez, al menos, el numerito ha tenido gracia. Ya mismo, nosotros, los primos, estamos imaginando a Moreno, el subalterno, de paje, quiera o no, en la ceremonia orquestada por Susanita asistida por su ratón Marín contra la pinza.
Teresita, Echenique: seré un primo, pero ese numerito quiero verlo.