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La zorra y el perro o el fin del régimen

Así no podemos seguir. La política andaluza se está bananerizando a ritmo acelerado, mientras vivimos una de las peores crisis de nuestra historia.

Así no podemos seguir. La política andaluza se está bananerizando a ritmo acelerado, mientras la población vive una de las peores crisis de la historia. El Parlamento, órgano de representación de los andaluces, hace huelga. Parlamentarios del PSOE e IU la secundan. Hay consejeros que van a la cabeza de las manifestaciones y que participan en piquetes. El presidente de la Junta no hace otra cosa que contradecirse, persistiendo en su peculiar huelga intelectual: no pensar o pensar sólo en su partido. Los sindicatos y los partidos de la izquierda, en más o menos medida, pringados en toda la trama de los ERE, escándalo supino sobre el que poco a poco se va forjando el apaño, al mismo tiempo encabezan la huelga e incluso alguna de sus facciones asalta supermercados, invade fincas y corta el tráfico. Treinta años de Gobiernos socialistas no han logrado sacar a Andalucía de las últimas posiciones de España y aún se permiten, colmo de los colmos, hacer una huelga culpando a los demás de las consecuencias de sus propias políticas (recuerden el calvario que Zapatero ha supuesto para todos los españoles). Y, para terminar con la anécdota, Andalucía es diferente porque los funcionarios han trabajado y el Gobierno se ha ido de barricadas. Esto no hay quien lo resista, cuando sufrimos un 35 por ciento de paro, un umbral de pobreza del 30 por ciento y un futuro más negro que un boquete. 

Pero nos pasa como les pasaba a los griegos con la zorra y el perro. Verán. Una plaga, otra de muchas, asolaba Tebas: la zorra de Teumeso, un animal cuyo destino era no ser alcanzado nunca por perseguidor alguno. Para defenderse de sus fechorías, los tebanos consiguieron un perro, el perro Lélape, que tenía un destino contrario, esto es, perseguir y dar alcance a cualquier presa. Uno persigue y alcanza, pero el otro escapa. Es la historia de nuestro régimen andaluz, lentamente perseguido por un cambio que no acaba de producirse. ¿Cómo termina la historia del perro y la zorra? Pues regular, porque la persecución se hacía interminable. La zorra seguía matando rebaños pero el perro, aunque la alcanzaba, no lograba cazarla. Hacía falta otra arma, y esa fue la jabalina mágica que siempre daba en el blanco. Pero cuando Céfalo, el dueño del perro, la preparaba, se distrajo unos momentos y fueron los elegidos por Zeus para petrificar a la zorra y al perro y, así, no privilegiar a ninguno. La zorra dejó de hacer daño, pero el perro no pudo alcanzarla. Esto es, es posible que se hunda el régimen pero es posible que no haya alternativa política

Desde hace años, se ha hecho mucho, sobre todo desde la llegada de Javier Arenas, por favorecer un cambio en Andalucía que acabe con la maldición de que éste sea uno de los territorios más agraciados del mundo en numerosos aspectos pero está a la cola de Europa y, desde luego, a la cola del mundo en paro, sufrimiento social y transparencia democrática. El socialismo y sus socios sindicales han dispuesto de más de treinta años para conseguirlo. Han tenido todos los medios, todos los recursos, todos los presupuestos, todos los resortes, todos los hilos de su gran tela de araña... pero no lo han querido hacer o no lo han conseguido y, por si fuera poco, han contaminado la democracia de totalitarismo y de falta de respeto a los ciudadanos, como pudo verse durante la pasada huelga. Que a estas alturas la gente no pueda decidir libremente y sin coacciones si quiere ir a la huelga o no es de juzgado de guardia en una democracia limpia y consecuente.

Pero en Andalucía la única alternativa posible, el Partido Popular, por el momento, no logra rematar la faena democrática, y aunque gana las elecciones no consigue gobernar. Es como el perro y la zorra de los griegos, con amenaza de petrificación. Necesitamos una salida que abra el horizonte de Andalucía y la convierta en lo que debe ser: una de las regiones más prósperas de la España con el centro de gravedad más centrado, de Europa y el mundo, en libertad y en un digno Estado de Derecho. Hay que poner en pie una gran coalición moral, política, social e intelectual por el cambio. Los ciudadanos de buena voluntad que sufrimos este régimen degenerador tenemos una responsabilidad con esta tierra: cortar por lo sano y de una vez el callejón sin salida de la zorra y el perro y abrir las puertas del cambio. 

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