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Pedro de Tena

La anomalía del comunismo español

Sánchez ha entregado el timón del PSOE a este grupo de conspiradores que, al servicio de no se sabe bien quién, está tomando España.

Sánchez ha entregado el timón del PSOE a este grupo de conspiradores que, al servicio de no se sabe bien quién, está tomando España.
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No cabe duda a estas alturas que, más que el comunismo esté de vuelta (que es una metáfora de éxito) porque nunca se fue, lo que sí ha conseguido el grupo que ahora lo dirige es algo anómalo: embadurnarse completamente con una cal típicamente española que sirve tanto para para blanquear la casa como para enterrar a los muertos, según sea muerta o viva. Sabido es, salvo por los beatos de la causa, que los comunistas españoles, todos ellos, estalinistas o trotskistas, nacidos con la Revolución Rusa de las entrañas del PSOE, no han tenido una historia heroica como la tuvieron otros comunistas europeos, como los franceses o los italianos. Al menos, entre ellos hubo muchos que dieron la vida en el combate contra el nazismo y el fascismo.

Muchos de los participantes en la Guerra Civil acusaron siempre al Partido Comunista de Carrillo, Ibárruri, Díaz y demás de tremendos crímenes. Pero estos crímenes no sólo fueron cometidos contra los “fascistas” o derechistas, sino asimismo contra muchos disidentes de sus filas, muchos socialistas moderados, muchos republicanos disconformes con la marcha de la República y muchos anarcosindicalistas. No lo he comprobado, pero me han referido que cuando Víctor Salazar, secretario del PSOE en el exilio, llegó a España lo primero que dijo es: “Aún tenemos que ajustar muchas cuentas con los comunistas”. De hecho, contó El País en 1976 que Salazar ponía como condición para la reunificación de los PSOE´s que jamás hubiera un pacto con los comunistas porque no respetaban democracia alguna y estaban al servicio de un país extranjero.

Tras la Guerra Civil, se empezó a blanquear la estampa del PCE atribuyéndole el meollo de la oposición al franquismo, algo que fue consecuencia de la deserción masiva del PSOE de la realidad histórica de la nueva España de economía creciente, de la aniquilación del anarconsindicalismo propiciada por el propio PCE, de la tendencia centrífuga del libertarismo español y, con el tiempo, del imaginario político de una Iglesia Católica posconciliar que pretendió dialogar con el marxismo no consiguiendo otra cosa que meter a la fiera y sus uñas en su santa casa. La oposición al franquismo fue obra de muchos, demócratas, liberales, monárquicos, católicos, socialistas, sindicalistas y republicanos, pero los historiadores afines al “partido” contaron lo que les convino, sepultaron los horrores y elevaron a los altares de la “democracia” a un partido lleno de muertos, traiciones y obediencias a patrias externas. Eso sí, fue Santiago Carrillo, el que para blanquearse a sí mismo, ayudó a Adolfo Suárez y al Rey Juan Carlos a consolidar la transición modélica de una dictadura a una democracia homologable con las europeas.

A pesar de la propia historia del PCE, de la historia general del comunismo en la que Federico Jiménez Losantos y Stéphane Courtois han contabilizado, entre otros,  millones de asesinados, de las críticas científicas, filosóficas, económicas, literarias  y morales hacia el marxismo, hacia el socialismo real y hacia todo lo que ha representado el comunismo como un movimiento tiránico y perverso, aquí sigue. Condenado en muchas partes del mundo, el comunismo español, el viejo y el de ahora, bolivariano, achinado, putiniano o como se quiera caracterizar, sigue teniendo prestigio entre los jóvenes y no tan jóvenes y, sobre todo, entre los que se consideran “intelectuales” y "progresistas"( qué gran progreso una dictadura).

Es una anomalía que requiere explicación y remedio urgentes. Demostrado está que el comunismo en España no llegaba más que a un corto porcentaje de votos y a un exiguo grupo de diputados desde 1982. Pero desde el movimiento de los indignados del  15-M, al que el nuevo comunismo manipuló hasta tragárselo, el podemismo leninismo ha crecido como una hidra de la mano de separatistas y de una quinta columna apuntalada en el interior del PSOE y de IU. Muchos han contribuido a este blanqueo, casi todos han ignorado los “himalayas” de mentiras, de inconsecuencias éticas, de hipocresías, de falacias intelectuales...

Sobre todos ellos, y contra la historia del propio PSOE, Pedro Sánchez ha entregado el timón del PSOE a este grupo de conspiradores que, al servicio de no se sabe bien quién, está tomando España. Y lo está haciendo a una gran velocidad, conocedores de que tienen esta legislatura para colocar todas las cargas necesarias para que la España rota conduzca a la España roja. Palabras de un "demócrata" del tiro en la nuca como Otegui. 

Mientras tanto, los socialdemócratas, los “centristas”, los liberales, los conservadores y todos los que deseamos una España unida, democrática y próspera seguimos sin reaccionar. Es más, ofrecemos un penoso espectáculo suicida. Pues venga anomalía.      

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