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Hay que parar la violencia contra Vox

La izquierda española sigue sin aceptar la democracia parlamentaria como única forma civilizada de gobierno.

Lo ocurrido el hace dos días en Vich no es nuevo. Ni en su forma ni en su fondo. No es Vox el primer partido contra el que una izquierda separatista cada vez más totalitaria tira piedras, o acosa a sus representantes o ataca domicilios y locales. Le ha ocurrido al PP y a Cs. Tampoco ocurre sólo en la Cataluña rota de hoy. Lo que se vivió en la Cataluña de la transición y en el País Vasco durante décadas, con centenares de asesinados, fue un genocidio de diseño del comunismo separatista contra las fuerzas del orden, el centro derecha e incluso contra miembros del PSOE. Memento Múgicas y memento Ryan. El caso es que hay un sector muy importante de la izquierda que ve necesario, e incluso bueno, eliminar por la fuerza la presencia de conservadores, liberales e incluso socialdemócratas en la vida política española. Es decir, que  no cree en la democracia, en el derecho y en la convivencia. Mucho menos en la tolerancia y el respeto.

Normalmente, los ataques se limitan al tatuaje ideológico y al linchamiento verbal en el foro público. Se comprenderá con un ejemplo no relacionado con la política, para hacerlo  más llevadero. Claudio Sánchez-Albornoz fue uno de los grandes historiadores españoles, de esos que estudiaron de verdad y a fondo. Su  libro sobre la España musulmana, en sus textos islamistas y cristianos, fundamentó su tesis sobre el enigma español, consecuencia de una reconquista necesaria para España y para Europa, como hoy es reconocido. Recuérdese cómo Chesterton, por ejemplo, cantó la victoria de Lepanto.

Pero los que no investigan ni estudian sino que aplican fórmulas huecas a todo, primero lo etiquetaron como historiador conservador que “deformó” la historia de España con su fe en la nación española y con su fe cristiana. A partir de ahí, ya se le pudo condenar como reaccionario, fascista (aun siendo presidente de la II República en el exilio) e incluso como ignorante. Porque deformar, ya saben, sólo deforman los que creen en la España nacional y exploran su futuro desde el liberalismo. Los que dicen que fue la ¿monarquía Hispánica? la que ¿invadió? el ¿tolerante? Al-Andalus – hasta Américo Castro se revuelve en su tumba -, no deforman. Tal vez sea cierto, porque más que deformar eliminan la historia que no les gusta, como hacen con la II República y, si es preciso, borran al historiador como Stalin borraba las figuras de sus purgados en las fotos oficiales.

Sin embargo, oh, milagro del doble rasero y de la hipocresía, los “¿fascistas?”·, “ultras”, “antidemócratas” y “violentos” son, ahora, los afiliados, militantes y votantes de Vox que son precisamente los golpeados, acosados y perseguidos por los “demócratas” de la izquierda separatista que no tiene inconveniente en hacer desaparecer a la más de media Cataluña que se siente también española. Ya hace casi un año desde que un grupo de amigos, filósofos, historiadores, escritores y amigolevantamos la voz y proclamamos el derecho de Vox, como partido democrático con cabida en la ley española y europea, a existir políticamente. Y añadimos:

Constatamos que Vox no defiende ni practica la violencia como forma de actuación política que sí han consentido y consienten algunos grupos, ni es impulsor ni ejecutor de golpes de estado que sí han perpetrado otras siglas ni busca instaurar una dictadura como hay quien reconoce abiertamente, ni ha sido imputado, ni siquiera implicado, en casos de corrupción como lo han sido casi todos los demás.

La violencia política es incompatible con la democracia. Si ésta es algo, es un modo de organizar la vida pública de manera que la sustitución de un gobierno por otro es posible y no conlleva ni exige la aniquilación de los adversarios. Pero no, la izquierda española sigue sin aceptar la democracia parlamentaria como única forma civilizada de gobierno, a pesar de sus defectos, muchos de ellos provocados desde la propia izquierda o desde algunas derechas.  O se para la violencia contra Vox o estará justificada la legítima defensa ante la tibieza de las reacciones y la inutilidad de las instituciones para la salvaguarda del derecho constitucional.

¿Qué se va a hacer cuando Vox consiga el próximo domingo grupo parlamentario en Cataluña y, en su momento, en el País Vasco? ¿Atacar a casi 4 millones, y creciendo, de votantes? Esta izquierda, además de fanática e intolerante, es políticamente estúpida.  
 

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