Termina hoy el congreso del PSOE andaluz, un extraño suceso catapultado al nivel de la importancia por sus repercusiones en el conjunto del socialismo español. Naturalmente, Andalucía es la única comunidad autónoma en la que puede acogerse a los miles de militantes desahuciados por la derrota electoral en los sucesivos comicios municipales, autonómicos y nacional. El administrador general de esta obra de misericordia se llama José Antonio Griñán, que ya preside el PSOE nacional. Además, su Casa de Contratación sigue funcionando a pesar de la intromisión de IU en el gobierno de coalición. Por si fuera poco, aunque ya debería haberse jubilado por edad, propone la renovación general, no sólo la del socialismo andaluz. Allá, tras las bambalinas, le aplaude sonriente Carmen Chacón. Por ello, se ha atrevido a lo que pocos se han atrevido antes: a desafiar a Rubalcaba y su pequeña corte andaluza dejándole en ridículo nacional. ¿Qué puede mandar un Alfredo que no tiene dinero para pagar las facturas, que no puede proveer de canonjías y que no manda nada en Andalucía?
¿Qué sueña el grandevo Pepe tras haberse despertado con éxito de su peor pesadilla al ver cómo las circunstancias espantaban el trasueño de Javier Arenas? Sueña con la mutación del PSOE, con su cambio esencial, con un hueco en la historia como el autor de la modernización decisiva de la socialdemocracia. Es el sueño soberbio para un mediocre militante, siempre alejado de las cosas de partido porque su esencia era ser hombre de gobierno. Por ello, se acerca más a la fantasía chaconiana que a la melancolía rubalcabista. Pero ¿cómo zafarse de los dogales que desaceleran su tardío frenesí político? Acaba de liberarse del primero, del dogal partidista, mandando al limbo a toda una generación que ha gobernado el PSOE andaluz de provincias, desde González Cabañas en Cádiz (Chaves incluido) a Quico Toscano en Sevilla o Martín Soler en Almería. No le ha importado nada, ni siquiera la imagen de haber sido criticado por un 30 por ciento de la organización.
Ahora le queda el otro, el de IU, el yugo impuesto por la pérdida de las elecciones de marzo de este año. Para desembarazarse del comunismo andaluz, tan envejecido como él o más, Griñán cuenta con la colaboración del PP andaluz. Al descrédito galopante de la Izquierda Unida al Régimen consolidado en Andalucía, Griñán debe sumar un audaz golpe de mano que le consiga el cielo de los elegidos. En ese horizonte, las elecciones anticipadas en Andalucía puede ser una hipótesis acariciada sobre las alfombras del despacho de San Telmo. Si el PP sigue bajando en intención de voto en España y en Andalucía, estando esta última región envuelta en una especie de refundación popular con dos personajes bastante desconocidos todavía para los votantes, como Juan Ignacio Zoido y, sobre todo, José Luis Sanz, una victoria amplia de un PSOE reconciliado con su electorado habitual podría ser posible, hiriendo de muerte a un PP nonato y a una IU desangrada por el tiempo de gobierno. Redondo. Brillante.
Y después, Madrid, España, la historia. Pero, claro, yo no apostaría el dedo meñique como en el cuento de Roald Dahl, que la semana que viene se celebra el congreso del PP andaluz, el primero sin Arenas desde hace una barbaridad.