Ciudadanos tiene un problema en Andalucía y ese problema se llama Juan Antonio Marín Lozano, simplificado por las prisas en Juan Marín. Este sanluqueño ha pasado por casi todos los partidos del arco político, desde Alianza Popular al Partido Andalucista –gracias a Pedro Pacheco fue colocada su esposa en el Ayuntamiento de Jerez cuando se decía andalucista–, varándose, por ahora, en las arenas movedizas de Ciudadanos. Curiosamente, nunca hasta ahora ha estado afiliado al PSOE, el partido al que ha hecho el favor más grande jamás contado de los últimos tiempos sosteniendo a Susana Díaz y a la tela de araña socialista en la Junta de Andalucía. Anteriormente, ya fue sosteniente del PSOE en el gobierno municipal de Sanlúcar durante varios años, alcanzando el nivel de primer teniente de alcalde de su consistorio, nivel que el PSOE sólo concede a los muy allegados.
El problema de Ciudadanos, problema que personaliza a la perfección el señor Marín en Andalucía, consiste, es lo sencillo, en que no logra presentarse como la tercera vía ante los dos grandes cachalotes de la política nacional porque se bambolea entre el uno y el otro sin identidad real propia. Pero es algo mucho más grave en el Sur: Marín representa el fin del sueño de la regeneración política, social, económica, cultural y moral andaluza que sólo podía venir de la descomposición del régimen instaurado en Andalucía por un PSOE que siempre antepuso su organización y su gente a los intereses de unos andaluces que soñamos en 1977 que podríamos alcanzar los niveles de vida, bienestar y progreso que ya disfrutaban Europa, Cataluña, el País Vasco y la ciudad de Madrid. Soñamos también una política limpia de gente decente, una educación libre y crítica, una igualdad eficaz de oportunidades para escapar de los destinos familiares adversos y estar entre las primeras regiones de España y Europa. Más de tres décadas después y tras haber recibido ingentes ayudas solidarias del resto de España y de la Unión Europea, Andalucía sigue a la cola de todo lo importante, oliendo a corrupción y con la mirada perdida en no sabe qué horizonte.
Pero dentro de muy poco, el señor Marín va a suponer un problema de calado para su propio partido en plenas campañas electorales catalanas y nacionales porque seguramente va a proponerse su comparecencia en la comisión de investigación sobre el fraude de la formación del Parlamento andaluz. Mucha prisa y pasión ha puesto Marín, mucha más que IU y Podemos que votaron la propuesta popular, para que el PP quedara excluido de la dirección de la comisión. Mucho tacto parece haber tenido colocando en su presidencia, de acuerdo en todo con el PSOE como en él es natural, a un exmilitante socialista de La Palma del Condado, Julio Jesus Díaz Robledo. Es completamente comprensible porque pocos más que él saben qué pasó con el exconsejero Ojeda y sus empresas de formación en Sanlúcar de Barrameda donde firmó emplear unos milloncetes de euros de la Junta. Su partido, Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, estuvo encargado de la formación desde 2007. El propio Marín tuvo la competencia desde 2011, pero los cursos no se dieron a pesar de los locales cedidos y del dinero empleado por el Ayuntamiento en adecentarlos. IU lo denunció hace años.
Lo dicho, Marín va a ser, es ya, un verdadero problema quitavotos. Claro que, malpensando, puede ser que nadie pida su comparecencia, ni siquiera PP e IU, o que alguien la impida. Sería de nota y quedamos a la espera.