![El fantasma de Juan Marín y el adelanto electoral en Andalucía - Pedro de Tena La convocatoria de elecciones ya no es un supuesto posible, sino casi un deber de supervivencia para el futuro del centro derecha andaluz.](https://s.libertaddigital.com/images/trans.png)
Pudo leerse hace casi dos años en un diario granadino que, entre los lugares terroríficos que se reconocen en la ciudad del Genil y el Darro, está el Ayuntamiento de Granada. Un ex concejal contó que, cuando despegaba la noche, se aparecía un fantasma lamentándose de modo desesperado. Informada la Policía Municipal se confirmó que, en efecto, el fantasma era real pero que no hacía daño.
Desde ayer, el consistorio granadino confirma su naturaleza inquietante porque al fantasma original ha sumado otro, el de Juan Marín, el ex líder de ex Ciudadanos, que ha comprobado que su autoridad interna en lo que queda de su formación política es nula. Lo de ex se justifica en que no lidera nada en un partido que ya es la nada. Por ello, vaga como una aparición por el Palacio de San Telmo, la sede de la Junta, pero en este caso, sí que puede hacer daño.
Lo ocurrido en el Ayuntamiento de Granada - que un socialista imputado judicialmente por el juez José Ignacio Vilaplana en el caso del fraude de la formación, una de las macrocausas de la corrupción socialista que se instruyen en el juzgado de instrucción número 6 de Sevilla, haya sido elegido por una nueva mayoría absoluta como alcalde de Granada -, es la prueba del nueve de varias cosas.
Una, que Juan Marín, uno de los Juanmas que gobiernan Andalucía en calidad de vicepresidente, manda menos en el pecio de su partido que Susana Díaz en el PSOE andaluz. Por incumplir un acuerdo suscrito con el PP, la mayoría absoluta del centro derecha granadino se ha despeñado y ahora los boabdiles, entre muchos la han perdido, lloran por las esquinas. Qué arte más grande.
El espectáculo inenarrable de que su viejo enemigo interno, el ex alcalde Luis Salvador, un naranjito siempre sospechoso por proceder del adoctrinamiento socialista, le haya propinado un corte de manga político y público votando al nuevo alcalde imputado y su amigo, Paco Cuenca, ha sido el descabello para un partido fantasma.
Es un partido fantasma, como lo es ya Juan Marín, porque aunque dispone de 21 diputados en el Parlamento andaluz, las empresas demoscópicas sin excepción – ni tan siquiera la encargada de confeccionar el Barómetro Oficial de la Junta -, ninguna le da más de 1 ó 2 diputados. Es decir, le quedan unos meses – ya se verá cuántos -, antes de sumergirse en la nada política probablemente para siempre jamás. Pero mientras tanto, ejerce. Incluso ha expulsado a Salvador y a otro concejal. No me digan que no es fantasmagórico.
Dos, se acaba de comprobar que nadie sabe ya si manda alguien en Ciudadanos por lo que el otro Juanma, Juan Manuel Moreno gobierna la Junta de modo espectral sostenido por un partido que en realidad ya no existe y soportado por otro, Vox, al que el PSOE y toda su cohorte comunista y separatista parecen decididos a ilegalizar si no lo remediamos los demócratas españoles.
O sea, que el gobierno de la Junta puede durar menos que el caramelo dichoso a la puerta de un colegio. Por mucho que los Juanmas exhiban banderas blancas de no agresión y se den sonoros besos políticos, la realidad, que es tozuda, indica que puede pasar cualquier cosa como la granadina en cualquier provincia andaluza, en cualquier gobierno y, desde luego, en la Junta. O sea, que la convocatoria de elecciones ya no es un supuesto posible, sino casi un deber de supervivencia para el futuro del centro derecha andaluz.
Tres, que el cambio de Susana Díaz a Juan Espadas ha sido a peor como era previsible para los que no necesitan oculista. A la trianera se la venía venir pero al suavón sanchista que la ha matado – como ella mató a Griñán y a Chaves -, ha venido pero nadie sabe cómo ha sido. Ha pasado del abrazo del oso amoroso a Moreno a reventarlo en Granada en un santiamén, que es muy religioso.
Mientras el PSOE de Susana Díaz, urgido por Juan Marín, forzó la dimisión de Manuel Chaves y José Antonio Griñán por el mero hecho de estar imputados en el caso ERE, Juan Espadas acaba de consentir que un socialista imputado detente el bastón de mando en el Ayuntamiento de Granada. Todo un estilo.
Resumiendo, dígase de verdad qué cantidad y calidad de poder reside en el gobierno cada vez más fantasmal de la Junta de Andalucía justo en el momento en que se privilegia abiertamente a dos regiones españoles, en que se espera que las mismas dos se lleven más que nadie en el reparto de los fondos europeos de reconstrucción y en el que tantos muchos futuros, el de la Constitución entre ellos, se están jugando. Corolario, o hay elecciones ya o el centro derecha andaluz volverá a ser atrapado por la tela de araña que no se atrevió a eliminar. Y de paso, el centro derecha en España no prosperará en años.