Sí, intercisa, partida, al menos, en dos, entre los que quieren seguir las huellas de la izquierda clásica preocupada por elevar las oportunidades de los más desfavorecidos en una sociedad compleja y los que se han decidido por el espectáculo, alentado por las múltiples cajas de resonancia que hoy recorren el tejido social desde la aparición de la televisión primero e Internet después.
Viene esto a cuento porque este jueves se celebra en Sevilla un juicio peculiar que refleja perfectamente cuál es la deriva de esta izquierda irracional, manipulada casi siempre por la llamada izquierda moderada.
El Juzgado de lo Penal número 10 de Sevilla juzga a tres mujeres acusadas de procesionar una vagina de plástico, conocida ya como "coño insumiso", de un par de metros de altura y ataviada sobre un paso a modo de Virgen María en la manifestación del 1 de mayo de 2014.
Aunque la convocatoria de la marcha fue firmada por la Confederación General del Trabajo (CGT), una de los herederos de la troceada herencia de la vieja CNT fundada en 1910 y con gran protagonismo en la II República y la Guerra Civil y luego desaparecida casi totalmente, el juzgado no ha considerado responsable a los miembros de esta organización.
Pero hay tres acusadas por el presunto delito contra los sentimientos religioso, a las que la Fiscalía de Sevilla les pide una multa de 3.000 euros. El espectáculo va a seguir porque hay concentraciones convocadas a las puertas de los tribunales e incluso la activista y miembro fundadora de Pussy Riot, Maria Alyokhina, ha anunciado su presencia.
La artista, más conocida como Masha, es una de las tres fundadoras del colectivo Pussy Riot que fue encarcelada por el régimen de Vladimir Putin después de que asaltaran la Catedral de Moscú y llevaran a cabo una performance en el altar contra el presidente del país. La justicia rusa las condenó por vandalismo a dos años de cárcel en una prisión siberiana.
Aquí las cosas son de otra manera. El juzgado de instrucción número 10 consideró la protesta y su teatralidad "sacramental" como un ejercicio de la libertad de expresión de quienes no creen en dogma religioso alguno. Pero la Audiencia de Sevilla, que parece no descansar corrigiendo las decisiones de sus jueces, estimo el recurso de Abogados Cristianos y obligó a reabrir la causa por escarnio al dogma católico mariano.
Al margen de lo que decida la Justicia, hay que reparar en la deriva de una presunta izquierda que tiene que utilizar una vagina de plástico disfrazada de "dolorosa" y sobre algo parecido a un paso de Semana Santa para oponerse a las creencias religiosas de muchos de sus paisanos y vecinos. La procesión llevó el nombre de Hermandad del Sagrado Coño Insumiso a la Explotación y a la Precariedad, por si no quedaba claro.
Fueron sólo 100 personas a la procesión, algunas de ellas cubiertas de capuchas como los penitentes y otras portando el paso del "coño insumiso". Otra de las acusadas le colocó un velo negro al icono y tras él, desfilaron mujeres vestidas de negro y mantillas como si fueran devotas del Jueves Santo sevillano. Incluso cantaron lemas como "¡La Virgen María, también abortaría!" o "¡Hay que quemar la conferencia episcopal!".
Pero el meollo de la cuestión es la presencia de una izquierda que ya ni estudia ni considera relevante el debate racional. Marx, Lenin, Trotsky, incluso Stalin y Mao, e incluso algunos anarquistas españoles como Anselmo Lorenzo, o franceses con los hermanos Reclús llegando hasta Toni Negri y otros muchos, leían y estudiaban tratando de presentar como científicas y racionales sus ideas acerca de la organización social.
Ahora, esta neoizquierda presunta, autoalimentada por la convicción de que sólo es posible una visión del mundo, que es la suya, pretende imponer a todos los ciudadanos dicha visión desde la atalaya de un espectáculo. En el fin, desde luego, se parece a la otra izquierda, la que se entiende moderada.
Con ello, esta izquierda señala que para ella carece de importancia el valor de la racionalidad y el ajuste de las propias opiniones a un examen sistemático y ecuánime de los hechos y las ideas, porque no deriva en espectáculo sino en diálogo donde el adversario puede aportar pruebas y argumentos en contrario. No se trata de pensar sino de imponer.
Esto es, ni siquiera la ciencia es ya contrapeso decisivo ante el voluntarismo más retrógrado protagonizado por estas estrellas del espectáculo que no quieren convivir sino desafiar, provocar y, si pudieran, proscribir, a quienes no piensan como ellos. Ojo al asunto, porque la muerte o debilitamiento de la racionalidad implicará la muerte o debilitamiento de la democracia y sus votos racionales, más o menos, y libres, más o menos.