Según difunden los principales dirigentes separatistas, hordas de franquistas asuelan las calles de Cataluña pegando palizas a viejecitas indefensas y arrancando de las farolas los lazos amarillos en recuerdo de los presos del 1-O. La región sería un nido de fachas, un avispero de ultras, un santuario filofalangista que amenaza la supervivencia de la ya muy mermada democracia en Cataluña. De todo esto, lo único cierto es que la democracia está verdaderamente perjudicada en la zona después de cuarenta años de régimen nacionalista. Lo demás, eso de las hienas campando a su antojo, las palizas y tal, es la típica campaña de la fábrica de mentiras del sistema escolar catalán y TV3.
En los medios y en los institutos, las universidades y los centros de poder, opinión o de culto, todo lo que no es catalanismo, soberanismo, nacionalismo o independentismo es fascismo puro y duro. Ser del Real Madrid es fascismo. No ver TV3, también. Y hablar español. O no hablar catalán. Incluso votar al partido animalista es fascismo. Por ese cedazo, en Cataluña habría millones de fascistas, más incluso que buenos catalanes. El actor Sergi López lo acaba de decir en la tele pública catalana, que Ciudadanos es extrema derecha.
Al respecto desvela el digital nacionalista catalán El Món (mundo) un curioso informe de la Comissaria General d'Informació de los Mozos de Escuadra sobre el supuesto auge de la extrema derecha en Cataluña datado en septiembre del año pasado, vísperas del referéndum ilegal. Los servicios de inteligencia de la policía autonómica detectaron que una
convergencia de intereses para hacer frente a un enemigo común (soberanista catalán) ha sido el detonante que, una vez más, ha permitido a la extrema derecha superar las disidencias y desavenencias que históricamente hacían inconcebible un entendimiento.
La prueba de tal contradicción entre "una vez más" y las desavenencias históricas, según dicho informe, era la presencia de "personas vinculadas" a organizaciones como "Sociedad Civil Catalana" (SCC), "Resistència Civil Catalana" (los quitalazos), Legión Urbana (una escisión de los veteranos de la Legión), los regionalistas de Somatemps o Unidos Sí (podemitas catalanes que no son ni federalistas ni soberanistas), entre otras, en concentraciones convocadas por Vox. En la "trama" estaría implicado hasta un cura, mosén Custodio Ballester, cuya misa de despedida en Hospitalet habría congregado a gentes de todas esas peligrosas organizaciones.
Con razón dice Rufián que Sociedad Civil Catalana es facha, y Borrell también por haber participado en actos de SCC. Lo pone en un informe de los Mozos de Escuadra. Se conoce que mozos de incógnito se infiltraron en la mezquita del padre Custodio y tomaron buena nota de lo que allí pasó. La historia del cura merecería algo más que cuatro líneas, pero en síntesis no es cierto que el cardenal Omella le purgara por negarse a colgar una bandera separatista en lo alto del campanario de su parroquia. Los delitos de Ballester son de otra índole y fueron organizar procesiones de Semana Santa con el Cristo de la Buena Muerte más unos pocos veteranos de la Legión y rogar en misa por la unidad de España. Fue apartado de su parroquia hace más de un año y sigue a la espera de destino, mientras los curas de las proclamas republicanas predican el odio a sus anchas.
A la policía catalana se le escapa que lo verdaderamente sustantivo entonces no fue la coincidencia en una o más concentraciones de una escisión de los comunes de Colau con otra de exmilitares, sino que en Sociedad Civil Catalana se llegaran a poner de acuerdo cuadros del PSC, Ciudadanos y el PP, tan mal pintaba la cosa. Sea como fuere, aquella unidad de acción es historia y los Mozos siguen bajo el mando de los golpistas que azuzan el miedo a lo que no existe y el odio, por orden alfabético, contra Ciudadanos, PP y Vox y hasta contra el PSC.