El Centro Libre de Arte y Cultura (CLAC) es un pedrusco en el zapato de la cultureta oficial de la Generalidad, una patada en el trasero de los intelectuales del nacionalismo, un corte de mangas a los gestores meones del Ayuntamiento de Colau, un arrebato contra la mamandurria oficial del rock català, la sardana y la estelada. En suma, un anormalidad en la Barcelona del proceso que se baja las bragas con Otegui, en la Cataluña que rinde pleitesía a los Pujolones, Puigdemonts y Gargantés y celebra las cojudeces de las sores Lucía Caram, Carme Forcadell, Pilar Rahola y Mònica Terribas, en ese mundo negro, sórdido y ruin de Radio Tirana (Catalunya Ràdio) y La Bandurria (La Vanguardia).
La última gamberrada del CLAC ha sido organizar una conferencia-concierto en la clandestinidad para desempolvar el swing gitano y congoleño de la rumba catalana, el compás del ventilador, la herencia de Antonio González, el Pescaílla, del mig amic de Peret y de la memoria Zeleste del Gato Pérez. La parte hablada corrió a cargo del inabarcable Sabino Méndez y un tal Jaume Sisa, sujeto con un extraordinario parecido al cantautor Ricardo Solfa, ambos pastoreados por Pau Guix, a la sazón animador de cruceros. La música en crudo la puso el neocalorro José Pantanito con su orquesta tremebunda, cuatro músicos capaces de resquebrajar los cimientos del Palau de la Música con dos guitarras, un bajo y un cajón. Ni sección de vientos ni gaitas.
En primera fila, el escritor Ignacio Vidal Folch y la editora Miriam Tey, impulsores de la cla junto a Teresa Freixas, Andreu Jaume (el director de la cosa), Ramón de España, Félix Ovejero, Francesc de Carreras, Ana Nuño, Miguel Escudero, Ferran Toutain, Arcadi Espada et alii de entre los sospechosos habituales para el nacional-catetismo. Todos contra todos. Sergio Fidalgo, el plumilla disidente por antonomasia, tomaba nota mientras Sabino y Sisa discutían sobre cuántos discos de vinilo y oro habían vendido. Méndez de negro, Solfa de rojo. El "Cadillac solitario" frente a "Qualsevol nit pot sortir el sol". Sonaba a La ciudad que fue y sonaba bien. Rambla abajo, el amor estaba en el aire. Barcelona.