Un juez de Madrid ha imputado a Podemos y parte de su dirección por las irregularidades económicas denunciadas por un exabogado de la formación. Otro juez en la Audiencia Nacional investiga las causas y circunstancias que llevaron a Pablo Iglesias a quedarse con la tarjeta del móvil que contenía intimidades de una exasesora y exalumna, Dina Bousselham, ahora directora del digital de Podemos. Todavía persisten dudas sobre la adquisición del chalet de Iglesias y su pareja, Irene Montero. Una tía del líder de Podemos habría cobrado una suculenta comisión en la operación de compra de la nueve sede del partido. Aún colean los pagos bolivarianos a fundaciones podemitas y la participación iraní en las aventuras catódicas del macho alfa de la izquierda.
Podemos no es un partido, sino un pozo de heces, la más depurada expresión de las cloacas. Las del Estado ni le llegan a la suela de los zapatos en número de ratas y cantidad de detrito.
¿Cómo un partido auspiciado e impulsado por regímenes como los de Venezuela e Irán ha llegado al Gobierno de España? La complicidad del PSOE no es una explicación suficiente. Hay muchos más responsables. Los medios privados que dieron cobijo a Iglesias cuando el tipo iba diciendo por ahí cosas como: "Si hablara de ETA, diría que el terrorismo ha producido un enorme dolor en nuestro país, pero también diría que tiene explicaciones políticas". Los mismos medios, algunos supuestamente liberales y otros muy conservadores, que le reían las gracias contra la Policía mientras hacían cálculos sobre cuántos votos podía quitar Podemos al PSOE. Obviamente se pasaron de frenada y en vez de parir un ratón alumbraron uno de los personajes más siniestros de la historia política reciente, a la altura de algunos dirigentes proetarras y por encima incluso de los líderes golpistas catalanes.
Como el prestigio de la Universidad en España es inversamente proporcional a su dantesco deterioro, Iglesias ascendió como un meteoro hacia la política desde su covachuela de la Complutense, rodeado de un halo académico que le distinguía de aquellos que no habían conocido más profesión que la de trepar en un partido. Con muy poco de su parte y mucho de los antecitados benefactores, Iglesias se convirtió en el líder del partido antipartidos, el dirigente que venía a limpiar la política y barrer a la casta, el hombre que hablaba claro y directo, un justiciero populista dispuesto a "cabalgar contradicciones", expresión que usó para justificar la indispensable colaboración con el régimen de los ayatolás para tener un programa de televisión propio. Mientras tanto, quienes bromeaban con él y le abrían sus platós y estudios se creían que lo tenían controlado. Lo mismo pensaron con Artur Mas y el Procés. De hecho, aún lo piensan y entre los principales valedores del titán del comunismo figuran un par de periodistas a sueldo del conde de Godó, quien se debe creer que de Grande de España va a pasar a patrono de la Tercera República sin que le expropien el periódico.
En Podemos se jactan de que hasta en catorce ocasiones se han quedado en agua de borrajas causas judiciales abiertas contra ellos. Pura propaganda. Desinformación absoluta. Lo mismo que han dicho catorce podrían haber dicho siete o veintiocho. También han emprendido una campaña contra el juez que se ha atrevido a imputar al partido y a tres de sus altos cargos, uno de ellos preboste también del Gobierno. Acabarán por acusar al magistrado de acoso sexual contra alguna funcionaria, que es la práctica habitual en el partido de Iglesias cuando se quiere acabar con la reputación de quien les molesta en exceso. En Podemos no se andan por las ramas. Para ellos la verdad es lo de menos. Si algún referente puede tener Pedro Sánchez en materia de mentir es Pablo Iglesias, que nunca iba a abandonar Vallecas, enchufar a una amiga o cobrar más del triple del salario mínimo. Y ahí está el hombre, con un casoplón en Galapagar, la pareja de ministra y cobrando lo que no está en los escritos.
Pero eso es lo de menos. Otro caradura que triunfa. ¿Dónde está la noticia? Podemos es el principal ariete contra la democracia en España, el gran valedor de los separatistas y un enemigo declarado de la Constitución y de la Monarquía parlamentaria. Iglesias ha dado sobradas muestras de sus intenciones. No hay más que recordar algunas de sus macabras sentencias. "La guillotina es el acontecimiento fundador de la democracia". "Los escraches son jarabe democrático". "La existencia de medios privados ataca la libertad de expresión". "Donde hay propiedad privada hay corrupción". "Decir expropiación es decir democracia". Pero la gente se quedó más bien con aquello de que le hubiera gustado azotar a una periodista, Mariló Montero, hasta que sangrase. Bien, pues por mucho menos otros políticos habrían sido dados por muertos. No ha sido el caso del muñeco diabólico.
Veremos hasta dónde puede llegar el juez Escalonilla. Suerte, magistrado.