Puigdemont acaba de montar la "asamblea legislativa" del "Consell per la República", una nueva atracción del circo indepe formada por personajes de gran relieve. Ahí va una selección:
Laura Borràs. La presidenta del Parlamento catalán tuitea mientras dirige los plenos. Su última hazaña es formar parte de la asamblea susodicha. Típico de la señora. Se levanta 155.000 euros por presidir un parlamento autonómico mientras participa en un órgano que pretende restar toda legitimidad a la cámara catalana. Para ella no hay contradicciones.
Jordi Pesarrodona. El payaso del proceso separatista. El hombre cobró fama por fotografiarse con una nariz de payaso al lado de un guardia civil. El 1 de octubre de 2017 se revolcaba por los suelos en su pueblo, San Juan de Torruella, simulando que un guardia le había pegado. Era concejal de ERC. Después pasó al partido de Puigdemont para tratar de medrar.
Albert Donaire. El mosso por la república. El tipo no hace otra cosa que insultar a España y a los españoles. Es agente de la policía, pero da charlas a los miembros de los Comités de Defensa de la República sobre cómo sabotear a sus compañeros. Jamás se le ha abierto un expediente en los Mossos a pesar de que se ha ciscado en la Corona, en la Constitución, en los jueces y los fiscales, en la Guardia Civil, la Policía Nacional y los propios Mossos. Cosas que sólo pasan en Cataluña.
Rai López Calvet. Anduvo 1.300 kilómetros desde Amposta a Waterloo para rendir homenaje a Puigdemont. "Camino hacia la república" le llamó a la gesta. En una de las conversaciones entre Josep Lluís Alay (jefe de la oficina de Puigdemont como expresidente de la Generalidad, porque a pesar de ser Puigdemont un evadido disfruta de todas las regalías propias de los expresidentes) y el abogado Gonzalo Boye (sujeto condenado por el secuestro del empresario Emiliano Revilla) interceptadas por la Guardia Civil, el primero le decía al letrado que López Calvet le había confesado que trabajaba para los servicios de inteligencia españoles, pero que se ofrecía a pasar información falsa sobre el entorno de Puigdemont porque se siente muy catalán. Ahora se ha infiltrado en el parlamento alternativo del prófugo.
Alay. El secretario de Puigdemont, nuestro hombre en Moscú, donde fue a pedir ayuda a los rusos contra la pérfida España. También viajó a Nueva Caledonia pagando el pueblo para observar en directo un referéndum de autodeterminación. Gran admirador del supuesto rey David Peii II, un estafador que proclamó la independencia de Bougainville.
Júlia Balas. Una de las últimas grandes irrupciones del proceso, directamente de la cantera de las juventudes de la inmersión lingüística, la muchacha que dice estar a punto de pegarse un tiro desesperada por la falta de entusiasmo a su alrededor en pro de la independencia. Su testimonio es uno de los documentos más delirantes de toda esta historia. No se lo pierdan.
Clara Ponsatí. Retenida el sábado durante veinte minutos en el aeropuerto de Perpiñán porque en un control rutinario de pasaportes se activó la alarma de la euroorden de detención. Tras reponerse del susto declaró que los gendarmes habían sido muy amables. Qué elegancia la de Francia. La mujer fue nombrada consejera de Educación en julio del 17 porque su antecesora lo vio venir. Ahora dice que personalmente no le ha merecido la pena, que la engañaron, que no había nada preparado y que sus colegas de gabinete no se atrevieron a implantar la república catalana.
Toni Comín. Otro exconsejero que va dando tumbos por Bélgica y Francia engañado por Puigdemont. El hombre empezó en el PSC, se pasó a ERC y ha terminado en Junts per Catalunya. Pura coherencia.
Otro día más con Pilar Rahola, el rapero Valtònyc, Toni Albà, Jair Domínguez y Peyu, Jaume Roures, Guardiola, Lluís Llach, el conde de Godó, los que apoyaban el proceso pero ya no y el todavía obispo de Solsona, Novell, que antes de exorcista fue independentista.