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Pablo Planas

Las rayas horizontales del Barça y el derecho a decidir

Lo de las franjas horizontales ha sido un golpe bajo para el barcelonismo, que es lo mismo que el nacionalismo pero en su faceta atlética.

Lo de las franjas horizontales ha sido un golpe bajo para el barcelonismo, que es lo mismo que el nacionalismo pero en su faceta atlética.

La filtración del diseño de las camisetas del F. C. Barcelona para la próxima temporada ha provocado una conmoción tal que oscurece la controversia sobre el proceso que mantienen CiU y ERC. Del mojón de Mas al pestiño de Junqueras media el truño de una samarreta con las franjas azulgranas en modo horizontal, cuya autoría se atribuye la marca de ropa deportiva que trabaja con la entidad. En los mentideros futbolísticos catalanistas, el Real Madrid era estos días objeto de befa y mofa por quitarle la cruz a la corona, al gusto de los jeques. El Barça, decían, no consentiría jamás retirar la cruz de San Jorge de su escudo. Falso. En el escudo del Barça de las camisetas que se venden en los países árabes se ha cambiado dicha cruz por un palote porque se conoce que les recordaba vagos episodios sobre las Cruzadas y hería la sensibilidad local.

Lo de las franjas horizontales ha sido un golpe bajo para el barcelonismo, que es lo mismo que el nacionalismo pero en su faceta atlética. En 115 años de historia, el Barça siempre lució franjas verticales y ahora, un golpe de castigo, rayas horizontales, como en las elásticas de rugby. Pero no es del todo exacto que el club azulgrana nunca haya dispuesto de indumentaria a barras horizontales. Hay una fotografía de Jordi Pujol Ferrusola, a la sazón capitán de la sección de rugby del más que un club, en la que se aprecia perfectamente que las rayas son horizontales; no blancas y negras, sino azules y granates. Posa junto a su padre, que ya era president de la Generalidad. En cualquier caso, lo suyo en el Barça tiende a lo vertical, como tiende al blanco el Real Madrid y a nadie se le ocurriría ponerle rayas rojas a su camisola, porque entonces sería el Atlético de Madrid.

La mercadotecnia no entiende de sentimientos ni de tradiciones. Y tampoco se atiene a la verdad o al rigor histórico. A los únicos que han tenido que consultar los genios que han metido semejante gol por toda la escuadra al catalanismo es a los sultanes cataríes que patrocinan las barras y pasan del prusés. Eso queda claro en que cambia todo, menos la publicidad, ese Qatar Foundation que pregona las bondades del islamismo por el mundo.

La segunda equipación también es de órdago. Han tardado en reaccionar, habida cuenta del impacto de lo horizontal, pero al final se han dado cuenta de que llevar la estelada por detrás sitúa la estrella en el centro del trasero de los futbolistas. La camiseta es amarilla, lisa por delante y cuatribarrada por detrás, y el pantalón azul. De modo que de frente el Barça parecerá el Cádiz o la U. D. Las Palmas y por la retaguardia, una bandera independentista, pero con un agujero negro en lugar de una estrella blanca. El desastre es morrocotudo, letal para el nacionalismo. El concepto del derecho a decidir ha sufrido un severo daño. ¿Cómo es posible -se preguntan algunos- que podamos decidir si queremos convertirnos en una república y no podamos hacer nada respecto al ultraje del glorioso uniforme del ejército simbólico de Cataluña? Y es que temen que la república acabe siendo islámica.

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