Mas, Homs y Puigdemont todavía se están riendo del informe del Consell de Garanties Estatutaries de la Generalidad sobre la partida presupuestaria para el próximo referéndum. Hasta los juristas afectos sostienen que, como no es legal que la Generalidad convoque una votación de esa naturaleza, no cuela destinar seis millones de euros a tal efecto. Hace ya un tiempo que la legalidad es un detalle menor para los caudillos separatistas, de modo que, si no les para el Tribunal Constitucional, tampoco es previsible que lo haga el Consell de Garanties, otro organismo autonómico más de la tupida red de parapetos, tipo Comissió Jurídica Assessora y Oficina Antifrau, creados para disimular que todo eso de las leyes y su cumplimiento no va con ellos.
El añejo precedente del caso Banca Catalana, un fraude mucho más gordo que el del Palau de la Música también Catalana, anima a los herederos de Pujol a persistir en la estrategia de echar referéndums sobre el 3% para blanquear las mordidas con la lejía separatista. Lo que no debían de esperar es que su táctico desacato y sobrevenido independentismo no sólo les fuera a servir en su descargo, sino como programa político. Y menos aún que ERC y la CUP se fueran a comportar como se espera de los criados. Se sospecha que Oriol Junqueras tiene un as en la manga, pero le va a servir de poco tanto si se convoca el referéndum con su huella en el delito como si no hay referéndum por algún azar del destino que los convergentes puedan vincular a su flirteo con Soraya Sáenz de Santamaría.
Pujol y su tropa pueden morir como héroes en el trazo grueso de la política y habrán legado a quienes les sucedan, sean de ERC, de Con Colau Podem, del pedrismo catalán o de tots plegats, lo que todos ellos dicen condenar, la pura y dura corrupción, esa manera de mirar por encima del hombro a quienes se ocupan de velar por la ley de principio a fin de la cadena. Un guardia civil retirado escoltaba en Andorra a Marta Ferrusola y un exvicepresidente del Tribunal Constitucional, Carles Viver, testifica a favor de Mas. Dadas las circunstancias, conocidos los antecedentes y visto el panorama, lo de Nóos puede ser lo de menos en comparación con lo de Mas y los Pujol, un flashback de Banca Catalana con el premium del referéndum.
La operación retorno de Pedro Sánchez podría ser el detonante final del proceso catalán. Podemos avizora una moción de censura si el de Tetuán recupera la manija socialista. Están por la poética de la nación de naciones y dispuestos a jugarse unas birras en un referéndum pactado only catalans sobre el futuro de España. Y hay un PSOE en sintonía dividido en dos facciones pero unido en la vendetta del alero de Estudiantes. Unos creen que nadie se querrá marchar de la España de Pedro y Pablo. Los otros trabajan para la Generalidad, en prensa o en la presidencia del Pacte Nacional pel Referèndum, como el exalcalde socialista de Vilanova i la Geltrú Joan Ignasi Elena. Si gana Sánchez, sayonara, la que faltaba, baby.