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Pablo Planas

Justicia VIP para Mas

El truco consiste en imputarle los delitos de desobediencia y prevaricación pero eximirle de la malversación de caudales públicos.

El truco consiste en imputarle los delitos de desobediencia y prevaricación pero eximirle de la malversación  de caudales públicos.
Artur Mas | EFE

Para entender el colosal cinismo de Artur Mas, conviene advertir que cuando habla de las cloacas del Estado en torno al referéndum 9-N incluye también al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) y al magistrado que ha redactado una benévola resolución por la que se enfrenta, ojo, a sentarse en un banquillo en el que no cabe su ego. El truco consiste en imputarle los delitos de desobediencia y prevaricación pero eximirle de la malversación de caudales públicos, como si la fiesta, que costó un congo, la hubiera pagado el propio Mas de su bolsillo.

Va a ser que no, pero, como el diablo está en los detalles, la malversación hubiera implicado el riesgo de ir a parar a la trena entre dos y seis años, mientras que ahora sólo afronta la dicha incapacitación para cargo público. Tampoco es para tanto, dado que a Mas lo inhabilitaron por activa la cupera Anna Gabriel y por pasiva el tres por ciento y la corte de ineptos políticos que pululan a su alrededor y encabeza Francesc Homs.

El juez, al que Convergencia presenta como un lacayo siniestro de Jorge Fernández Díaz y la justicia franquista, un complotado contra el noble ideal de la república catalana, un conjurado malandrín, es Joan Manuel Abril Campoy, catedrático de Derecho Civil cuyo perfil resulta absolutamente idóneo no sólo para el cargo de magistrado del TSJC sino para el propio Mas. ¿Cómo es posible?

A saber: Abril Campoy fue designado a propuesta de CiU, PSC, Iniciativa per Catalunya (ahora En Comú Podem) y ERC allá por 2008. El PP, ahí, ni arte ni parte. En segundo lugar, tuvo los bemoles de llamar a declarar a Mas por el caso 9-N el 15 de octubre del año pasado, momento en el que la presión de Junts pel Sí sobre la CUP para que aceptara a Mas como animal de compañía era máxima. Y no sólo eso. La fecha escogida coincidía con el 75 aniversario del fusilamiento de Lluís Companys. Vaya casualidad. Además, el TSJC permitió que los alcaldes separatistas y la corte estelada del rey Artur se manifestaran a las puertas del edificio judicial con total impunidad y gran despliegue de medios, públicos, claro está: Radio Tirana (Catalunya Ràdio) y TV3%, la televisión del conducator catalán.

Aún hay más. Abril Campoy no sólo es magistrado del TSJC, sino que preside el Tribunal Superior de Justicia de Andorra y por añadidura la Sala de lo Civil del mismo tribunal. Sí, Andorra, donde los ahorrillos del abuelo de Pujol padre, su señora Ferrusola y toda la prole.

Ese es el señor Abril, dilecto representante de la cloaca española contra la que claman los separatas, presuntas víctimas de una supuesta conspiración fascista. Una de las últimas ponencias conocidas del catedrático versa sobre la "violencia doméstica y de género". La próxima podría aludir al ensañamiento contra los principios elementales de la Justicia.

Posdata: Mas también nombró al exjefe de la Oficina Antifraude (juas, juas) Daniel de Alfonso, que a su vez nombró a la abogada Maite Masià, que había concedido unos cuantos contratos a dedo a la familia Sumarroca (íntimos de los Pujol) cuando dirigía el Instituto Catalán de Energía de la consejería de chanchullos de la Generalidad. ¿Cloacas? ¿Qué cloacas?

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