El Rasputín de la Moncloa, el hombre que movía los hilos del bello Pedro, el genial estratega, el brillante táctico, el hábil jugador de ajedrez, esa incógnita al cubo que respondía al nombre de Iván Redondo ha resultado ser un chaval despechado que suplica a Sánchez una segunda oportunidad.
El entrevistador Jordi Évole ha conseguido elevar el listón de la pornografía de los sentimientos a cotas hasta ahora inéditas machacando al otrora todopoderoso Iván Redondo, quien se ha dejado manipular de forma obscena cuando se suponía que él era el gran manipulador, el gurú de la política que cogía a un deshecho humano y de piltrafilla te lo convertía en candidato campeón. Probablemente la peor idea en todos sus años de consultor haya sido aconsejarse que nada mejor que una entrevista en La Secta para pedir trabajo.
Un drama. Redondo es un hombre maltratado, ultrajado, que aún no ha levantado cabeza. Insiste en que fue él quien decidió cortar con Sánchez, pero nada en su tono de voz y en su lenguaje corporal avala tan disparatada versión de los hechos. No cuadra con el resto del discurso de un personaje que al aparecer en público ha perdido todo el encanto o la maldad que se le suponían. Desde luego, esa parte del periodismo que presumía de tener tratos con Redondo no fue capaz de trasladar ante la opinión pública que el susurrador era en realidad un peluche falto de cariño, un muchacho tal vez caprichoso y maniobrero, celestino y con ínfulas de intrigante, pero sin media leche y poco hecho. Vaya timo.
Dice que Sánchez le ofreció ser ministro cuando se le murió la mascota, un perro llamado Currillo por el que Redondo vertió lágrimas a mares. La escena es impagable. "No había llorado tanto en mi vida", le dijo a Évole. Por un perro. Y el otro le propone un ministerio. ¿Un ministerio de qué? Por favor.
Redondo aprovechó la entrevista para anunciar su fichaje por La Vanguardia, donde ejercerá de columnista y consejero del conde de Godó. Nada nuevo. Igual que Pablo Iglesias, que tiene silla fija en la tertulia de los lunes en la radio del grande de España, uno de los minaretes más potentes del separatismo. Pero aspira a más. Quiere trincar un cargo en una empresa del Ibex 35. Y claro, si Antonio Miguel Carmona lo ha conseguido... O volver a la Moncloa, el mejor lugar del mundo, asegura. Ese es el nivel.