En Cataluña hay barra libre para insultar a las políticas siempre que las políticas sean constitucionalistas. Es una cosa extraordinaria la tolerancia con el acoso a esas mujeres en el contexto de una sociedad de la que surgen iniciativas como prohibir los cuentos infantiles por razones de roles y estereotipos. Así es que personas que consideran absolutamente razonable censurar Caperucita Roja porque en sus delirios feministas podría inducir a la violencia contra las mujeres contemplan con bovino asentimiento la lapidación cotidiana de Cayetana Álvarez de Toledo e Inés Arrimadas.
El separatismo que va de la CUP a la versión local de Podemos pasando por ERC y Junts per Puigdemont ha caracterizado a Álvarez de Toledo como pija altiva, marquesa de opereta, facha redomada que encima no sabe hablar catalán. Las extensiones mediáticas del golpe de Estado han organizado juegos florales para ver qué pluma es la más hiriente, pero los pesos pesados del articulismo del proceso no dan para más que memeces sobre el marquesado de la candidata.
Con Arrimadas, en cambio, es todo lo contrario. El problema de la dirigente de Ciudadanos vendría a ser que es una poligonera como no ha habido otra desde la Juani de Bigas Luna, grosera, maleducada y soez, chusma lolaila según la prensa del régimen catalán.
El debate en el que ambas participaron en TVE junto a Irene Montero, María Jesús Montero, Aitor Esteban y Gabriel Rufián ha servido para redoblar las andanadas. Los podemitas catalanes han anunciado que crearán un ministerio de "feminismos" para purgar y reeducar a las mujeres que no son feministas, como Álvarez de Toledo. En cuanto a Arrimadas, se ceban porque llamó "chaval" al pobre Rufián, expresión de la que deducen que ella es una choni y él, un dechado de urbanidad.
Pero en esa utópica comunidad de libertad y gente de paz que es Cataluña, pasmo mundial de los avances sociales, la tolerancia y el respeto por los demás, todavía hay una cosa peor que ser mujer y del PP o Ciudadanos, que es ser de Vox. A Álvarez de Toledo y a Arrimadas al menos les dejaron decir en TV3 que están hasta el moño de que TV3 les insulte cada día, a ellas en particular y a quienes no son nacionalistas en general. Al candidato de Vox, Ignacio Garriga, tan o más facha que las antedichas, ni siquiera le han permitido el acceso a las instalaciones de la televisión autonómica y se ha tenido que conformar con que decir que cerraría TV3 a las puertas de TV3.