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Pablo Planas

Hacienda: la Guardia Civil sin tricornio

En otra Cataluña, y no en la que él ha legado a sus hijos, habría sido una pareja de la Guardia Civil la encargada de entregar la citación a Pujol.

En otra Cataluña, y no en la que él ha legado a sus hijos, habría sido una pareja de la Guardia Civil la encargada de entregar la citación a Pujol.

La conmoción por la confesión de Pujol de un fraude fiscal continuado de 34 años ha degenerado en una teoría expiatoria que los hagiógrafos del patriarca del catalanismo divulgan como desconsoladas plañideras. La cosa es que Pujol es muy despistado, de una negligencia absoluta en los asuntos domésticos, de los que la gestión de la cartilla de ahorros vendría a ser la especialidad más arcana para el fundador de Banca Catalana. En cambio, su mujer, Marta Ferrusola, y sus siete hijos compondrían el cuadro de una familia que habría sobrevivido, y muy bien, por cierto, sin la figura del padre, dedicado a servir a Cataluña en cuerpo y alma.

Otra teoría, la de que él desviaba la atención mientras los suyos hacían acopio de reservas para el futuro, tiene el mismo sustento que la del padre ausente, es incluso más plausible y no deja en tan mal lugar a Pujol i Soley, que es como si se hubiera ido a por tabaco cuando salió president y acabara de regresar a casa. Sin embargo, los medios catalanes dan más pábulo a una conspiración materno-filial para ocultar al cabeza de familia la procedencia de los pingües beneficios y la alta rentabilidad de la combinación de los apellidos Pujol y Ferrusola. Lo ha dicho el biógrafo oficial de Pujol, Manuel Cuyàs, el redactor de los tres volúmenes de memorias del presidente de la Generalidad entre 1980 y 2003: "Hay hijos biológicos y políticos que es para matarlos". Asunto resuelto. Se cambia abdicación por confesión y pasapalabra. Hijos políticos, los HP, también son los que ahora resulta que no saben nada de nadie en Convergència. ¿Pujol? No, no me suena.

Harto de regar las plantas de los jardines de sus hijos, Pujol se ha instalado, por el momento, en la casa de su señora, en Queralbs, pintoresco y empinado enclave de la comarca del Ripollés, provincia de Gerona. Pese a la compleja orografía, el Estado dispone de cobertura en Queralbs, donde se personaron dos funcionarias de la Agencia Tributaria para entregar a Pujol en mano una citación al objeto de que aclare qué es eso de que se le había olvidado declarar una herencia. Cuidado que será desmemoriado Pujol, que no se lo dijo ni a su hermana. Y ahora recuerda que su padre, Florenci, le dijo que ese dinero era para Marta y los niños. Un carajal.

La escena de las dos funcionarias de Hacienda, tal vez inspectoras, dirigiéndose a Can Ferrusola puso a Pujol de un humor de perros. A diferencia de su primera rueda de prensa tras la confesión, el president ya no está para coñetas con las redactoras de las televisiones. Los recursos del Estado en Cataluña son muy limitados, pues no sale gratis que Pujol fuera el "representante ordinario del Estado en Cataluña", según le gustaba hacer constar a la mínima. Aun así, tan paupérrimo Estado, encarnado en dos mujeres de paso decidido, ha conseguido alterar el gesto de Pujol. En otra Cataluña, y no en la que él ha legado a sus hijos, habría sido una pareja de la Guardia Civil con tricornio la encargada de entregar la citación al presunto estafador.

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