Lo último que les faltaba a los agentes de la Guardia Civil que han asumido las labores de control del equipaje de mano y los cuerpos humanos en el aeropuerto de El Prat es que un portavoz del PSOE les llame "esquiroles". Es más que probable que el Gobierno haya incurrido en toda clase de dejaciones en el caso aeroportuario barcelonés, pero es indecente censurar lo único que ha hecho bien, que es encomendar el control de los accesos a las terminales al bienintencionado Instituto Armado a fin y efecto de garantizar la libre circulación de cientos de miles de ciudadanos sin desmerecer el derecho a la huelga de cientos de asalariados.
El demiurgo de Pedro Sánchez llamado José Luis Ábalos ha dado en calificar de "esquirolaje" el despliegue de los guardiaciviles en El Prat. Ni siquiera ha sido original. La burbujeante CUP acuñó el palabro nada más trascender que el Gobierno planeaba encomendar la resolución del descalabro aeroportuario a la benemérita institución. Algunos trastornados han extendido la perplejizante teoría de que la Guardia Civil no está preparada para asumir el orden público en el aeropuerto, como si en vez de haber superado unas oposiciones a policías, sus agentes hubieran sido seleccionados en la más deleznable y esclavista empresa de subempleo temporal o, peor aún, en un casting de Gran Hermano.
La mera coincidencia con la CUP debiera alertar a los socialistas de que una cosa es la mandanga de la plurinacionalidad y otra la Guardia Civil, contrastado sustrato de lo que haya de eficacia para bien o para mal en casos contados, en el poliédrico acervo hispánico. Como no hay mal que por bien no venga, ni la estulticia concentrada de Aena y el ministerio de Fomento lamina el reconfortante efecto de la simple presencia de los hombres de verde al final del trámite. La melancolía es inevitable. Tiempo hubo en que la seguridad ciudadana estaba al cargo de lo que era la autoridad competente, concepto jurídico que desborda los límite oníricos de los trabajadores de la sociedad Eulen, "seguratas" subcontratados en condiciones perfectamente perfectibles incluso a la luz del más inquebrantable liberalismo.
El socialista Ábalos no es un niñato sino lo suficientemente veterano, cosecha del 59, como para acordarse de toda clase de episodios relativos a las Fuerzas Armadas y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado bajo los gobiernos del PSOE, incluido el de la proclamación del "estado de alarma" de Rubalcaba y Zapatero en el puente de la Inmaculada Concepción y la Constitución de 2010 a causa de la huelga de controladores aéreos. Por primera vez en la historia de España se militarizó por decreto el espacio aéreo. Al cabo del tiempo un juez falló que los controladores tenían razón a pesar de sus sueldos de ensueño, que en el más ínfimo de los casos multiplican por diez el salario de "picolos" y "guripas".
Gracias a la Guardia Civil, los pasajeros de El Prat no han de esperar horas para superar los arcos de seguridad en medio de una huelga total e indefinida. ¿Esquirolaje? Tranquilo, Ábalos, no te soliviantes.