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Pablo Planas

El candidato Sánchez contra Díaz Ayuso

Para Sánchez, las elecciones del 4 de mayo son una especie de primarias y según cómo le vayan decidirá adelantar las generales o atrincherarse en la Moncloa.

Para Sánchez, las elecciones del 4 de mayo son una especie de primarias y según cómo le vayan decidirá adelantar las generales o atrincherarse en la Moncloa.
Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez, en una imagen de archivo. | EFE

El candidato socialista en las elecciones autonómicas de Madrid no es Gabilondo, sino Pedro Sánchez, hecho que ha quedado en evidencia con los anuncios del presidente del Gobierno sobre el fin del estado de alarma y la campaña de vacunación. Si lo de Pablo Iglesias dando mítines desde su despacho de vicepresidente era un escándalo, lo de Sánchez utilizando la Moncloa en campaña directamente no tiene nombre.

A Gabilondo le van a mandar en el PSOE que se calle porque para una vez que habló metió la pata hasta el sobaco. Fue cuando dijo que no iba a pactar con Iglesias, promesa que tras la ¿encuesta? de Tezanos ha quedado en agua de borrajas. De Gabilondo no sólo dicen que es "sosoman", sino aquello otro de que habla porque tiene boca. Es el hombre de paja por antonomasia.

Para Sánchez, las elecciones del 4 de mayo son una especie de primarias y según cómo le vayan decidirá adelantar las generales o atrincherarse en la Moncloa. Eso de que el estado de alarma decaerá el 9 de mayo y de que en agosto ya habrá 33 millones de españoles inmunizados no es más que palabrería de charlatán con un valor entre el cero y la nada. 

¿Pero qué sabrá Sánchez del ritmo de llegada de las vacunas? ¿O de la capacidad de las regiones para administrarlas? El presidente del Gobierno tiene menos conocimiento que Simón e Illa juntos. Eso sí, siempre juega a caballo ganador porque si no se cumplen sus previsiones será culpa de Isabel Díaz Ayuso, que como todo el mundo sabe es la responsable de las aglomeraciones en la Barceloneta o de que los franceses vengan a mamarse a España.

Sánchez no puede tener más cuajo y no puede ser más desahogado, pero es que así le va de p. m. El tipo ha delegado todas las funciones del Gobierno en las regiones y a eso le llama "cogobernanza", una cosa que consiste en que los éxitos son suyos y los contagios, culpa de las comunidades del PP en general y de Díaz Ayuso muy en particular. 

Él no tiene culpa de nada. Ni de la colas del hambre, ni del horror de las residencias de ancianos o la falta de equipos de protección en la primera fase de la pandemia, ni de los fraudes y pelotazos en la adquisición de material, ni de las mentiras sobre las mascarillas, ni de la falta de previsión, ni de las alucinantes ruedas de prensa del antedicho Simón. El tipo ha salido indemne de todas las crisis gracias en gran parte a Pablo Casado e Inés Arrimadas, inesperados aliados. Uno por incomparecencia y la otra por entreguismo. Y ahora espera que su alucinante suerte le ayude a desembarazarse del único obstáculo para perpetuarse en el poder, esa Comunidad de Madrid próspera y libre que va a contracorriente de las recetas sociales y económicas de la izquierda, recetas que se resumen en toques de queda y expedientes de regulación de empleo.

No dudará en emplear para lograr sus propósitos todo el arsenal mediático y administrativo a su alcance más la fábrica de mentiras dirigida por Redondo y Tezanos y la capacidad de maniobra para el pucherazo de Marlaska, el prevaricador. Que Isabel Díaz Ayuso retenga Madrid es una tarea homérica para la que además no puede contar con Génova. Es lo que hay.

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