El Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz publicita una operación consistente en descentralizar la Administración del Estado y trasladar sedes y subsedes a los enclaves más abandonados de eso que llaman la "España vaciada". Al parecer, la irrupción de una plataforma electoral con dicho nombre y el hecho de que en algunos sondeos se le conceda gran crédito a esa nueva opción es la causa primera del plan del Ejecutivo. Y como de Sánchez y Díaz se puede esperar cualquier cosa menos que asuman sus responsabilidades, el reparto del botín se llevará a cabo, si es que se lleva a cabo, bajo el sistema de concurrencia competitiva. Es decir, una subasta en el que la sede en cuestión se la llevará el mejor postor, siempre que sea amiguete del Gobierno.
Pasa que lo que va a vender el Ejecutivo en el mercadillo de las autonomías son restos de serie, material de segunda. Por ejemplo y según cuenta El Mundo, el futuro Centro Nacional del Envase y el Embalaje. Ojo al piojo. Alta alta tecnología, botes y cartones. El propósito es instalarlo en Calahorra por aquello de la huerta riojana y porque está cerca de Arnedo, donde aún se fabrican zapatos. Está bien. No es un laboratorio de investigación biológica ni un centro de desarrollo aeroespacial, pero tampoco el museo del caracol. Menos es nada.
A Soria, por ejemplo, le va a tocar el Centro de Procesamiento de Datos de la Seguridad Social, cuyo traslado está previsto a principios de 2024. Se habla de sesenta empleos directos. El ambiente en la capital castellana es como el de Bienvenido, Mr. Marshall. Sesenta puestos de trabajo. Poca broma.
Y nada más se sabe sobre los centros a diseminar, aunque se sospecha que todo lo que tenga que ver con los mares se irá a localidades de la costa.
De lo que sí se tiene noticia es de la ampulosa retórica del Gobierno al respecto de esta mini descentralización de la señorita Pepis, que en palabras de sus promotores va a resolver todos los problemas demográficos, económicos y sociales de la España abandonada para configurar un país homogéneo, sin desequilibrios y en el que no tengan sentido partidos como el España Vaciada que amenaza en lontananza las expectativas electorales del PSOE y el PP en las provincias donde no hay nacionalistas.
Que nadie se apure. Lo que no va a hacer el Gobierno es recuperar el terreno allá donde ya no existe, como en el País Vasco y Cataluña. Y que pierdan cuidado los mandarines separatistas de esas regiones, que el Estado no les va a mandar más guardias civiles, policías nacionales, jueces o funcionarios de Hacienda. No es que no hagan falta. Precisamente guardias e inspectores de Hacienda es lo que se echa en falta en San Sebastián, Gerona o Barcelona. Pero no caerá esa breva, y menos cuando el Gobierno está en manos de los nacionalistas catalanes y vascos.
Eso sí que sería descentralizar. Trasladar instituciones del Estado a Vitoria o Barcelona. Pero no el Senado, como se habló hace años, sino la Comandancia General de la Guardia Civil, la Escuela de Policía o el Centro de Mando Supremo del Ejército de Tierra. Cualquier otra cosa no es más que la descomposición progresiva del Estado a cargo unos años del PSOE y otros del PP.