El pasado verano un profesor de Historia del Arte llamado Carles Mancho insultó gravemente a un colega, el catedrático de Filosofía del Derecho Ricardo García Manrique. Sucedió en el claustro de la Universidad de Barcelona. Mancho espetó un "fascista" y un "colono" a García Manrique por mostrarse este contrario a los posicionamientos independentistas que llevaba a cabo el rectorado en nombre de toda la comunidad universitaria. Todavía espera García Manrique una disculpa, ya sea por parte del tipo que le dedicó esos epítetos o por parte del rector, un tal Joan Guardià, catedrático de Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Resulta curioso que dicho Guardià adujera en descargo de Mancho que dijo lo que dijo "al amparo de las reglas de la cortesía académica". Efectivamente. Cortesía académica de la universidad separata.
Más cortesía académica. Existe un grupo de estudiantes kamikazes a los que les ha dado por reivindicar la Constitución y por ende, la unidad de España, la igualdad entre españoles y ese tipo de cosas tan mal vistas en la Cataluña oficial. Se hacen llamar S'ha Acabat. O sea, "Hasta aquí hemos llegado" en libre adaptación al español. Una de las ocupaciones de esos chicos y chicas es montar carpas informativas en los recintos universitarios para informar a sus compañeros de que no hace falta que se crean todo lo que cuentan en TV3, de que hay vida más allá del nacionalismo o de que el idioma español es tan catalán como el catalán. Son los punks de nuestros días.
Se trata además la suya de una actividad que entraña sumo riesgo, dada la actuación de brigadas de la porra, estudiantes encapuchados que con el visto bueno de los guardianes de la cortesía académica y los partidos independentistas del Gobierno regional se dedican a destrozar las carpas informativas y a agredir y a amenazar de muerte a los disidentes de S'ha Acabat. Lejos de amedrentarse, estos chicos y chicas le han pillado el punto a la adrenalina y persisten en sus mensajes disolventes contra la caspa separata, los rectores al servicio de la causa amarilla y la Cataluña pequeña, cateta y mojigata.
La semana pasada tuvo que intervenir la policía autonómica para evitar que una horda de cabezas huecas y cabecitas locas de los partidos separatistas linchara a los irredentos de S'ha Acabat en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y es que la Universidad en Cataluña se ha convertido en una extensión del poder político regional, de modo que lo propio es dar caza a los que protestan, aplastar a los que discrepan y silenciar a los que dudan. Les está quedando una Universidad guapa, guapa, a la altura de su miseria moral.
Nadie en el nacionalismo ha condenado los ataques a los estudiantes o los insultos a los profesores no nacionalistas. Socialistas y podemitas miran para otro lado, lo cual es casi peor que ser cómplice de los separatistas.