Su presencia da que hablar, y siempre bien. Elvira Fernández -Viri, en la casa popular- se está convirtiendo en la gran sorpresa de esta campaña, que se está haciendo eterna para su marido. Por dos veces, ya se ha llevado la foto de portada de los medios nacionales. Y arrebatará, a buen seguro, una tercera; la de la noche electoral, subida al balcón de Génova junto a un triunfante Mariano Rajoy.
Sé que te gusta Viri, así que voy a explayarme. Ya te comenté que en Melilla le planté dos besos de esos que suenan. Y que, con una sonrisa de oreja a oreja, recibió de buen grado la información de que era "el famoso Pablo" de Libertad Digital. Y eso que a veces Mariano se ha quejado de "por qué me tratáis tan bien", con esa ironía gallega que lleva por bandera.
En el avión que desplazó al matrimonio Rajoy de la ciudad autónoma a Málaga, Tarek (que junto a Diego Crespo) hace las fotografías para el PP, captó la imagen: los dos se miraban, con complicidad infinita, mientras repasaban la prensa; El Mundo y La Razón.
Ayer, Viri volvió a subirse a la caravana del PP, ¡y eso que no le gustan los medios!, e hizo triplete: Logroño, Vitoria y Burgos. En la primera de las paradas, bien temprano, se produjo la segunda instantánea que hoy recogen todos los rotativos: Mariano abraza a un joven discapacitado -que le regaló unos lápices para La Moncloa- mientras ella volvía a protagonizar esa mirada de ternura que lo decía todo. La fotografía volvía a ser de Tarek.
Elegante, discreta, siempre con una sonrisa. No es comparable a sus predecesoras más recientes. No tiene nada de Ana Botella (gran mujer, por cierto) y, menos, de Sonsoles Espinosa (a quien no conozco). No sé si le verás algún parecido a la señora Rubalcaba, ya me contarás. Lo único cierto es que Viri ya se ha ganado el título de primera dama. "Con permiso de la Reina, Princesa e Infantas", recalcan en el PP, donde huyen de follones. El protocolo es el protocolo.
Viri también influye poderosamente en Rajoy. Da su opinión. Se le ve cómoda entre cargos del partido, aunque siempre se sitúa en un segundo plano (unos pasos por detrás de con quien comparte casa). Y, como no, sufrió lo que no está escrito durante la larga travesía del desierto de Mariano. Sus lágrimas en el balcón de Génova marcaron un antes y un después. El 20-N espera que lo sea su sonrisa. Viri, la sonriente.