Querida Ketty:
Desde el pasado 16 de enero, cuando el juez Ruz puso el foco en la fortuna amasada por Luis Bárcenas en Suiza, los populares viven en un estado de tensión perpetua. El miedo a lo que "esté por llegar" se repite día tras día, con los cargos del PP en vela a la espera de las primeras ediciones de los periódicos. Y el agotamiento empieza a hacerse más que evidente: "Cada día tenemos que enfrentarnos a un nuevo frente, y los vamos acumulando". "Hay que resistir", se dicen.
Otra semana más, las fuentes y los portavoces autorizados se han convertido, prácticamente, en la única vía de información en Génova. Nadie quiere asumir el coste político de exponerse ante los medios de comunicación en una rueda de prensa. El problema, coinciden en privado varios cargos, es que "no estamos haciendo un relato con base" del caso. Y esto ha provocado suspicacias en los cuadros del PP más alejados de la cúpula, a los que prácticamente no llega información de primera mano: "Yo no sé si se ha hecho algo ilegal o no, pero es evidente que Bárcenas cuenta con muchos datos y entendería que haya gente que esté nerviosa", resumía un diputado.
Al cansancio se une la sensación de que nada les está saliendo bien. "Hasta el miércoles, la crítica era porque no poníamos la demanda. La demanda ya está, y ahora se nos critica porque dicen que no está clara. Estamos entrando en una dinámica diabólica", se exasperaban en Moncloa. En Génova respondían: "Es que el comunicado -sobre las susodichas acciones judiciales- no lo entendíamos ni nosotros". Y esto provocaba, de nuevo, una larguísima jornada de reuniones y llamadas, algunas ya de madrugada. "Cuando hablo contigo ya tengo tres mensajes en el buzón de voz".
Las fricciones entre el Ejecutivo y el PP, entre los propios sectores del partido, han hecho más complicada la gestión de la crisis. "Menos mal que el PSOE está a cazar moscas", ironizaba otro dirigente popular, en relación a los líos en la casa de los tuyos. En un partido en el que el cálculo de los tiempos y de los temas es pan de cada día, uno de sus mayores problemas es que no tienen muy claro qué va a pasar el día siguiente. De ahí la sensación de terror a lo que está por venir.
A la vía judicial en curso se une "un señor que está desesperado y que parece que no tiene límite en su intento de chantaje", en relación al extesorero. El que fuera hombre de confianza hasta 2009, don Luis para el personal de la casa popular, ahora no tiene prácticamente contacto con la cúpula del PP. "No sé cómo acabará esto, pero sí te puedo decir una cosa: el Gobierno no va a ayudar a este hombre en nada. Caerá sobre él todo el peso de la ley", asegura un ministro. Otra cosa, remata, es "que nos pueda hacer mucho daño porque fue mucho su control".
El partido, incluido su presidente, reaparecerá el lunes. A tenor de cómo está el ambiente y del alud de interrogantes encima de la mesa, la presión será enorme. Mariano Rajoy presentará a su número dos en el PP en un desayuno informativo en Madrid. A falta de la lista definitiva de invitados, acudirá gran parte del gabinete gubernamental y la cúpula en pleno. "Si alguien tiene dudas de la confianza que tiene en ella el presidente, quedarán disipadas". La virulencia de la crisis interna ha derivado en críticas a Cospedal, todas ellas soterradas.
La secretaria general ya prepara tanto el discurso como las posibles preguntas de los informadores. Las espera muy duras, con el plus de que el jefe estará allí presente. "Ella no tiene nada que temer de Bárcenas. Le ha plantado cara desde el primer momento", asegura su entorno. "Que cada uno aguante su vela", dijo en su día. El brete, la gran dificultad, es que también tiene que mantener a flote a todo el barco y defender a todos y cada uno de los dirigentes del PP. Ésa es la orden de Rajoy, que intenta separar los temas de partido con el Gobierno. El jueves, en Bruselas, tendrá su primera rueda de prensa en un mes.
Esperando una semana más noticias de la casa socialista, besos, Pablo.