Los cristianos que viven en países islámicos son con frecuencia objeto de cruel represión y han de soportar unas muy duras condiciones de vida. Tal vez el caso más conocido en los últimos años sea el de Asia Bibi.
Casada y madre de cinco hijos, Asia Norín, más conocida como Asia Bibi, es una campesina católica paquistaní condenada a morir en la horca por un tribunal del distrito de Nankana por su rechazo a convertirse al islam.
Todo empezó en junio de 2009, cuando Asia intentó coger un poco de agua para continuar con su faena agrícola y un grupo de mujeres musulmanas protestaron porque, dada su condición de infiel, la contaminaría. En la discusión que se produjo, sus enemigas, luego de instarle a abandonar el cristianismo, la acusaron de blasfemar contra Mahoma, lo que acabó costándole una condena a muerte en los tribunales. A partir de ese momento su caso comenzó a ocupar espacio en los medios de comunicación, y desde entonces numerosas instituciones internacionales han abogado por su liberación en los más diversos foros relacionados con la defensa de la libertad religiosa y los derechos humanos.
En estos momentos su sentencia se encuentra pendiente de revisión por el tribunal de apelaciones de Lahore, que ya ha suspendido por cuatro veces la vista preceptiva.
La última iniciativa para apoyar a Asia Bibi y luchar por su liberación está siendo impulsada por la organización española Hazte Oír, una ONG sin ánimo de lucro y de inspiración católica dedicada a alentar la participación de los ciudadanos en la vida pública para defender "la dignidad humana y la libertad", según reza su declaración fundacional. Hazte Oír ha puesto en marcha una campaña con el objetivo de denunciar el trato injusto que está recibiendo Asia Bibi por el mero hecho de defender pacíficamente su fe.
Así las cosas, dos de los dirigentes de la referida ONG, Ignacio Arsuaga y Miguel Vidal, han viajado a Pakistán para conocer de primera mano la situación de las comunidades cristianas y entrevistarse con la familia de Asia.
El colegio Jesús y María de Lahore, localidad en la que residía Asia Bibi con su familia, es un buen ejemplo de las condiciones que han de soportar a diario los cristianos pakistaníes. A pesar de su contrastada calidad educativa, que lo ha convertido en la primera elección de importantes personalidades del país para la formación de sus hijos, y de la labor de integración que realiza con discapacitados y niños de familias especialmente desfavorecidas, su personal no se libra delas exclusiones y amenazas que sufren quienes no profesan la fe islámica. A la discriminación en el uso de los servicios públicos o en el acceso al mercado laboral hay que añadir en ocasiones incluso amenazas de muerte. La directora del centro, la religiosa Pilar Vila-San Juan, ha relatado a los responsables de Hazte Oír cómo ha sido amenazada sólo por permitir a sus alumnos usar camisetas en las clases de educación física, pues los fanáticos lo consideran un intento de "americanizar" a la juventud que no están dispuestos a consentir.
La impunidad del acoso a barrios enteros de la minoría cristiana es otra consecuencia de la laxitud de una ley contra la blasfemia que justifica prácticamente cualquier abuso en defensa de la preeminencia del islam. Esto refieren Arsuaga y Vidal en su diario de viaje:
Entre 1986 y 2013 los tribunales se han ocupado de 1.100 casos de blasfemia, la mayor parte contra los cristianos. Quienes denuncian esta situación y reclaman la abolición de la norma se exponen a perder la vida, como les ocurrió a los asesinados ministro de Minorías Religiosas Shahbaz Bhati y el gobernador de Punjab Salman Tasir, a quienes la misma Asia Bibi definía desde prisión como auténticos "hombres buenos".
Las agresiones a los que defienden el derecho de las minorías a practicar su religión son el motivo por el que dirigentes políticos y jueces prefieren en muchos casos no significarse, a pesar de los abusos que se comenten constantemente.
La expedición española de Hazte Oír ha estado desde el inicio en contacto con la familia de Asia Bibi y se ha reunido con los abogados de la defensa, "con el fin de estudiar cómo contribuir al máximo a su liberación y hacer frente al proceso judicial". Sin embargo, su petición de visitar a la protagonista de esta historia en la cárcel de mujeres de Multan, donde cumple condena, ha sido denegada por las autoridades.
La organización española tiene en su página web un apartado especial con un formulario y una recogida de firmas para todos aquellos que quieran colaborar en la campaña por la liberación de Asia Bibi.
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