El anuncio de una moción de censura en el parlamento murciano, firmada por PSOE y Ciudadanos para expulsar al PP del Gobierno regional, ha supuesto una sorpresa incluso tratándose de partidos tan disparatados como Cs, que en la región de Murcia protagoniza esperpentos políticos prácticamente a diario.
Ciudadanos está en el Gobierno regional murciano y, además, prácticamente en plano de igualdad (4 consejeros de 10), a pesar de que sólo obtuvo 6 escaños de los 45 con que cuenta la Asamblea Regional de Murcia. Tiene además la vicepresidencia del Gobierno, ocupada por Isabel Franco, cabeza de lista de Cs en las pasadas elecciones tras vencer en unas primarias envueltas en la polémica con acusaciones de pucherazo. Es decir, lo normal en el partido de la regeneración y la democracia interna.
Así pues, estamos ante una moción de censura de Ciudadanos contra Ciudadanos, parte importantísima del Gobierno que ahora quiere derribar, un disparate mayúsculo (incluso para el partido de Arrimadas) que sólo puede explicarse por la tremenda lucha interna que mantienen las dos principales dirigentes del partido naranja en Murcia: Isabel Franco, vicepresidenta del Gobierno y Ana Martínez Vidal, simple consejera pero bendecida "digitalmente" por Inés Arrimadas, que la convirtió recientemente en coordinadora del partido en la región de Murcia. La jefa naranja no quiere ser subalterna de la derrotada y como ésta no quiere cederle la vicepresidencia, una forma de poner orden es darle una patada al tablero y repartir juego de nuevo. Todo muy Arrimadas.
Pero las mociones de censura tienen que obtener la mayoría de votos en el parlamento para fructificar, algo que no está claro a pesar del acuerdo entre las cúpulas de PSOE y Cs. Porque esa moción necesitará, entre otros, el voto a favor de la vicepresidenta del Gobierno, Isabel Franco, que tendrá que censurarse a sí misma para hacer presidenta a su enemiga acérrima, Martínez Vidal. Y no hay ninguna otra posibilidad, ya que la suma de socialistas y naranjitos es la mínima para aprobar el cambio de Gobierno sin ningún margen de maniobra, de manera que un voto en contra o la abstención de cualquiera de los diputados murcianos de Arrimadas daría al traste con toda la operación.
¿Por qué ha autorizado Inés Arrimadas esta aventura personalista con tantas posibilidades de convertirse en un espectáculo suicida? Sin duda para distanciarse del PP y tratar de centrar su imagen nacional acercándose a los socialistas, un proceso que podría repetir perfectamente en otros feudos como Madrid, donde el equilibrio de fuerzas es muy parecido y los personajes que dirigen su partido igual de aventureros que sus colegas murcianos. Ante esta perspectiva, ¿quién podría reprochar a Díaz Ayuso que convocara elecciones anticipadas ya?