La cadena de televisión más progresista deste país, con permiso de Cuatro, tuvo este martes la enorme suerte de contar en su tertulia política del mediodía con la participación de expertos virólogos tan acreditados y versátiles como Javier Sardá. Al igual que Telecinco hace con Gran Hermano, la programación de La Sexta girará durante los próximos días en torno al contagio por ébola de una auxiliar de enfermería del Hospital Carlos III, así que los cómicos doctorados de urgencia en Microbiología van a tener muchas ocasiones de sentar cátedra matutina sobre la hermenéutica del virus, la fenomenología del contagio y los protocolos de la OMS.
Pero toda esta indudable capacidad para determinar en pocos minutos los fallos en un asunto tan complejo como el tratamiento de una epidemia vírica son sólo el preámbulo para llegar a la cuestión clave de la tertulia del gran García Ferreras, que, en pocas palabras, consiste en preguntarse con aspavientos por qué razón el Gobierno en pleno no presenta su dimisión, cuando es evidente que no está legitimado para seguir en el poder.
En esa misma tertulia, un catedrático de Microbiología, asesor de la Organización Mundial de la Salud, explicó que siguiendo correctamente los pasos indicados para retirar el traje aislante no es posible contagiarse por el virus del ébola, lo que sugiere que la enferma pudo haber cometido algún error al ejecutar esa delicada operación. Por supuesto, las palabras del experto, el único que podía opinar con conocimiento de causa, no fueron tenidas en cuenta a la hora de dictaminar la culpabilidad de los responsables políticos en un caso que probablemente quepa en ese pequeño margen de error que tienen todas las previsiones humanas.
A la vista de cómo han funcionado los servicios sanitarios tras el contagio, parece evidente que ha existido una asombrosa falta de rigor en el seguimiento de una persona que había estado en contacto con un enfermo, el misionero español Miguel García Viejo, fallecido a finales de septiembre a causa de esta misma enfermedad. Pero, nuevamente, es muy discutible que se puedan exigir responsabilidades a la ministra sobre un procedimiento diseñado y ejecutado por los expertos. En todo caso, los tertulianos de las cadenas progresistas seguirán debatiendo en los próximos días sobre la única cuestión que para ellos merece realmente la pena: cómo es que la ministra Ana Mato sigue aún en libertad.