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Los trincones y el timo del Etamocho

En realidad, el Etamocho es mucho más humillante que el famoso timo del pueblerino, porque aquí las víctimas del engaño saben desde el principio que van a ser estafadas y aún así se prestan al juego.

Si hemos de creer a los voceros socialistas y sus medios afines, la ETA ha convocado una reunión internacional para "acabar definitivamente con la violencia", es decir, para hacerse el harakiri, renunciar a todas sus aspiraciones, entregar las armas y firmar un papelito declarando voluntariamente la paz perpetua y prometiendo que de ahora en adelante sus miembros van a ser ciudadanos ejemplares como cualquier otro aficionado del Athletic. Sin ninguna contrapartida, además, que para eso son del mismo Bilbao. Conocíamos ya el escaso aprecio que el PSOE tiene por el juicio de sus votantes, pero forzoso es reconocer que también en el insulto a la inteligencia ajena Zapatero ha pulverizado todas las plusmarcas de sus antecesores.

En este timo del Etamocho al que asistimos estupefactos, los "ganchos" para engañar al votante de izquierdas son dos personajes cuya altura ética los convierte en los más apropiados para tan alta gestión. Un señor dedicado a poner paz en el planeta Tierra a razón de seiscientos eurazos la hora de pacificación y otro bajo cuyo mandato 800.000 hombres, mujeres y niños de la etnia Tutsi fueron asesinados a machetazos en Ruanda. En atención a unos méritos tan abultados, no es extraño que los honorarios de este último superen ampliamente a los que va a percibir su colega.

Entre los dos pretenden darle al votante socialista un sobre con los documentos de esa paz tan esperada por Rubalcaba. Más tarde, el ingenuo descubrirá que está lleno de recortes del Gara, pero para entonces los dos bribones habrán desaparecido de la escena con la pasta del trinque en sus billeteras.

En realidad, el Etamocho es mucho más humillante que el famoso timo del pueblerino, porque aquí las víctimas del engaño saben desde el principio que van a ser estafadas y aún así se prestan al juego.

La última baza del PSOE para maquillar el previsible batacazo electoral de Rubalcaba debería traducirse en un descenso brutal en el número de votos, lo que no es seguro conociendo las tragaderas del votante medio de izquierdas. En cualquier otro país, un partido socialista que hiciera algo parecido a lo que están llevando a cabo López, Eguiguren y demás amigos de ZP prácticamente desaparecería del arco político. Si el 20-N los simpatizantes de Rubalcaba tienen un arrebato de amor propio, el trompazo de esa noche puede convertir los 115 diputados que ahora otorgan las encuestas al PSOE en una quimera inalcanzable. Por si acaso pondremos a enfriar unas botellas de vino espumoso murciano.

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