Las violaciones de la legislación internacional de protección a la infancia en la guerra de Siria son habituales por parte de los dos bandos en conflicto. Pero si bien las fuerzas del dictador han cometido atropellos atacando a civiles, con el resultado de varios miles de víctimas mortales entre la población infantil, es en las distintas facciones del bando rebelde donde se producen de forma generalizada abusos contra los menores, a los que en muchas ocasiones se obliga a combatir. Este es precisamente el objeto de estudio del informe de la organización Human Rights Watch titulado, de forma bien expresiva, "Puede que vivamos, puede que muramos", en el que se recogen las experiencias de 25 menores de 15 años reclutados por las distintas facciones islamistas que luchan contra el régimen de Damasco.
Los investigadores han encontrado que los grupos armados de la oposición utilizan niños de 14 años para labores de apoyo y, cuando llegan a los 15, los ponen a combatir directamente. Han detectado casos de niños en primera línea de combate, de niños espías, de niños francotiradores, de niños enfermeros y de niños dedicados al transporte de municiones.
Los chicos que han caído en manos del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) son los que, como era de prever, se llevan la peor parte: un médico entrevistado por los redactores del informe relató el caso de un paciente suyo, de entre 10 y 12 años, cuyo trabajo diario consistía en torturar a los presos recluidos en los centros de detención de dicho grupo terrorista.
El documento reconoce la imposibilidad de saber cuántos menores están combatiendo en la guerra siria. Sin embargo, los técnicos de un centro de seguimiento del conflicto llevaban contabilizados hasta el pasado mes de mayo 194 niños combatientes muertos desde septiembre de 2011.
Las razones que llevan a estos muchachos a enrolarse en la guerra son muy diversas. Algunos simplemente siguieron a sus parientes o amigos, mientras que otros vivían en zonas de combate y no tenían otra posibilidad. Otros más, en fin, habían sido víctimas de una u otra manera de la tiranía de Asad, lo que les llevó a tomar la decisión de tomar las armas contra el régimen. Nuevamente, son los terroristas islamistas del EIIL los más agresivos en las labores de reclutamiento. Así tienen programas específicos para obtener el favor de los niños, a los que ofrecen escolarización, alimentos y formación militar.
Algunos chicos afirman haber actuado prácticamente como mercenarios, combatiendo sucesivamente en varios grupos de la oposición a Asad a cambio de un salario que podía llegar hasta los 135 dólares mensuales. Cuatro de estos chicos y dos adultos, excombatientes del EIIL, relataron a los investigadores de HRW que algunos compañeros de corta edad habían sido obligados por este grupo terrorista a participar en atentados suicidas contra las fuerzas gubernamentales.
El informe de Human Rights Watch concluye con una serie de recomendaciones, basadas, principalmente, en la prohibición de alistar a menores de edad y en la adopción de medidas para veñar por el cumplimiento de la referida proscripción. Asimismo, considera prioritaria la puesta en marcha de una acción coordinada para rehabilitar a los niños que han actuado como soldados, en coordinación con las agencias internacionales dedicadas a la protección de la infancia.
© elmed.io