Un año más, la izquierda ágrafa que dice representar a "la gente" con pretensiones de exclusividad vuelve a dar lo mejor de sí misma para hacer el más completo de los ridículos. Los gobiernitos progresistas, los alcaldes del cambio, los frikis separatistas y el podemismo en pleno reservan sus injurias más sentidas para el Día de la Fiesta Nacional, creyendo sinceramente que ultrajan a España cuando, en realidad, solo insultan a su propia inteligencia, en caso de que haya ahí algo que insultar.
Casi todos estos odiadores de España creen que el 12 de Octubre es una fiesta creada por Franco al objeto de celebrar la imposición del proyecto imperialista español a los pueblos sojuzgados a uno y otro lado del Atlántico. Todos menos el Kichi, que como es doctor en Historia está convencido de que los españoles llegamos a América sin mandato de la ONU para asesinar indios, robar sus riquezas y, no contentos con ello, fraguar la mayor infamia de la historia de la Humanidad: imponerles a todos la lengua española... ¡y la religión católica!, que ya hay que ser criminal.
Como tienen un odio tan primario, no se han enterado de que la Hispanidad o Fiesta Nacional de España ya se celebraba durante la II República, cuando Franco, el objeto de su aborrecimiento, era más republicano que todos ellos juntos. Antes también se celebraba como el Día de la Raza, que no tiene connotaciones racistas, como presumen también los jóvenes espectadores de La Secta, sino precisamente todo lo contrario, como celebración de lo que hoy todos ellos denominan multiculturalidad.
Este 12 de Octubre asistiremos a una nueva campaña de toda esta tropa podemita, que, en el Día Nacional de España, asegura no tener nada que celebrar. En cambio, cuando se trata de rendir pleitesía al separatismo, a las parodias populares de su historia inventada, acuden en tropel con sus mejores camisetas y lágrimas en los ojos de la misma emoción.
Es muy divertido verles desgañitarse así el día en que los españoles celebramos con orgullo el legado de nuestra historia más fecunda. Nosotros sí tenemos algo muy importante que celebrar. Ellos, desde luego que no. Si lo hicieran, nos daría que pensar.