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Pablo Molina

Los Alpes Bolivarianos

De momento se ha duchado y ha ido la peluquería. Ojo, que la cosa va en serio.

De momento se ha duchado y ha ido la peluquería. Ojo, que la cosa va en serio.
La anticapitalista Anna Gabriel, en Suiza | RTS

Anna Gabriel, esforzada heroína de los derechos del popla, ha decidido fijar su residencia en Suiza para evitar el zarpazo del Estado español, cuya Administración de Justicia se ha atrevido a citarla a declarar por su participación en un intento de golpe de Estado. La mayoría de los contribuyentes nos encontraríamos desubicados en el país alpino, pero los descendientes de los grandes linajes de Cataluña, donde la CUP tiene una importante bolsa de votos, son gente de mundo que suele viajar por Centroeuropa para determinadas gestiones, especialmente durante la temporada de esquí. Es previsible, por tanto, que la buena de Gabriel no vaya a sentirse demasiado sola en su nueva residencia, que muy bien podría convertirse en un destino de peregrinación altermundista para los cachorros de la alta burguesía del Principado.

Uno esperaba de la portavoza de los antisistema una llamada a la épica que llegara hasta las últimas consecuencias en su enfrentamiento con el Estado español, fuente de todos los males de Tractoria. Al fin y al cabo, ella y sus correligionarios han llevado a los tractorianos a un nivel generalizado de locura que requerirá una fuerte farmacopea y han tachado de traidores a los que, estando también juramentados en el complot, se fueron de varillas ante los jueces para tratar de evitar la trena o, directamente, salieron huyendo por Perpiñán.

Anna Gabriel se fue a Venezuela a meditar sobre su futuro y finalmente ha concluido que lo mejor para ella es huir de España. Pero no a la patria de Chávez, referencia progresista y espejo moral en el que se miran los que piensan como ella, sino un poco más para acá. A Suiza mayormente, que, además de respetar el secreto bancario, es un país ajeno a las estructuras de la UE, con todo lo que eso lleva consigo en términos de legislación penal.

De eso precisamente, de legislación, quiere dar unas clases Anna Gabriel a los suizos, profesando en cualquier universidad (pública, por supuesto) que quiera hacerse con sus servicios. Su cotización académica no debe de estar precisamente por las nubes, a tenor de sus (nulas) aportaciones al mundo del Derecho y de la peculiar relación de los miembros de las CUP con las leyes en general. Ahora bien, eso no va a impedir que la portavoza cupera se haga un nombre en Suiza trabajando para volar las bases del capitalismo, pero desde dentro, tal vez montando un hotelito con encanto en los Alpes, por qué no. De momento se ha duchado y ha ido la peluquería. Ojo, que la cosa va en serio.

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