El acuerdo de los seis poderes mundiales (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania) con Irán en torno al programa atómico de la República Islámica, suscrito a mediados de julio, culminó dos años de intensas negociaciones entre las partes. Tras este acuerdo, el papel de Irán como actor en Oriente Medio queda claramente reforzado, lo que obligará a EEUU a modificar su política en la región.
El levantamiento de las sanciones internacionales permitirá a Irán disponer de una importante inyección de fondos con los que financiar sus actividades en la zona, especialmente a través de satélites como el grupo terrorista chií libanés Hezbolá, los terroristas palestinos de Hamás o el régimen de Bashar al Asad.
Ante este nuevo panorama, el Consejo de Política Exterior de EEUU (AFPC, por sus siglas en inglés), organización de referencia en la orientación de la geoestrategia norteamericana, ha elaborado un informe en el que detalla las debilidades del acuerdo y, en consecuencia, explora los distintos escenarios a los que se va a tener que enfrentar el resto del mundo, a medida que la implantación de los distintos puntos del mismo vaya cubriendo etapas.
El AFPC explica en primer lugar cuáles son las principales carencias del texto:
La lista de esas deficiencias es larga. Algunas de ellas son un déficit significativo en los procesos de verificación y monitorización, que socavan la confianza de que Irán mantendrá los acuerdos en el futuro y la posibilidad de que la comunidad internacional pueda saber con rapidez si los está cumpliendo o no. Otra preocupación es que el acuerdo debilite el régimen global de no proliferación, sentando un precedente por el que contará como ‘pacífico’ un programa nuclear que tendrá efectos más allá de Oriente Medio. Todavía más grave es que el acuerdo, desde su entrada en vigor, potenciará un abanico de actividades profundamente hostiles a los intereses estratégicos y la seguridad de Estados Unidos, sus aliados y sus socios internacionales.
La principal amenaza que el pacto nuclear representa para el mundo libre es, según los redactores del informe, la posibilidad de que el régimen iraní fortalezca sus canales definanciación del terrorismo global. El acuerdo implica el desbloqueo de 100.000 millones de dólares, lo que supone la cuarta parte del Producto Interior Bruto de la República Islámica. La inmediata disposición de semejante volumen de fondos implica que la financiación de grupos terroristas –lo que Teherán denomina "exportar la revolución"– va a aumentar y a estar garantizada a largo plazo.
En el ámbito de Oriente Medio, Irán va a poder seguir sosteniendo a Bashar al Asad en Siria, al que ha estado ayudando con inyecciones anuales de 6.000 millones de euros, incluso durante la vigencia de las sanciones internacionales. El coste del despliegue de hombres y armamento para defender al régimen de Damasco dejará de ser también una preocupación para Teherán tras la suspensión de esas sanciones económicas.
Otra consecuencia del pacto es que permitirá a Irán reforzarse como potencia militar. El líder supremo, Alí Jamenei, ya ha anunciado un plan de expansión del gasto militar del 5% del PIB, lo que supone un incremento de 21.000 millones de dólares. El grueso de este aumento del presupuesto de defensa irá destinado sobre todo a ampliar el arsenal de misiles balísticos del régimen, una de las principales preocupaciones de la comunidad internacional.
Para el AFPC, el acuerdo de los poderes mundiales con Teherán ni siquiera garantiza que la República Islámica no vaya a adquirir capacidades armamentísticas nucleares.
Una vez aplicado, el efecto práctico del acuerdo será facilitar la contratación encubierta por parte de la República Islámica. Más aún, dada la expansión de recursos que pronto van a estar a disposición de Irán, su poder de compra para tales actividades se va a incrementar exponencialmente. Hay proveedores extranjeros, estatales y no estatales, dispuestos ello.
Pero el acuerdo nuclear con Irán es un hecho consumado, así que el informe del AFPC dedica su parte final a proponer medidas que, de alguna manera, sirvan para paliar las peores consecuencias de haberlo adoptado. La primera es, obviamente, controlar el destino del dinero desbloqueado que va a quedar a disposición de las autoridades iraníes, para impedir que se utilice en la financiación del terrorismo. Los expertos aconsejan también incluir a la Guardia Revolucionaria iraní en el listado de grupos terroristas y, sobre todo, velar por el cumplimiento de todos los puntos del acuerdo por parte de Teherán, estableciendo un programa de sanciones para el el caso de que Teherán se desvíe de lo acordado.
El informe anima también a la Administración norteamericana a aumentar la capacidad disuasoria contra Irán a través del fortalecimiento de los sistemas antimisiles, a ayudar a los movimientos democráticos iraníes, proteger la proyección cultural exterior de EEUU, que tanta influencia tiene en un país como Irán, con una amplísima capa de población joven, y, finalmente, honrar a las víctimas del terrorismo como merecen.
Consumado el acuerdo nuclear, se trata ahora de evitar las peores consecuencias de un pacto de estas características con un régimen que, hoy por hoy, supone una de las mayores amenazas para Oriente Medio y también para la seguridad occidental.
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