El influyente Institute for National Security Studies (INSS) ha elaborado un importante documento en el que se aborda el estado de la cuestión de las relaciones entre EEUU e Israel y se proponen una serie de medidas para recomponerlas y para avanzar en la resolución de asuntos regionales de la mayor importancia.
El estudio del INSS incide en las fuertes discrepancias que existen entre Washington y Jerusalén en torno a asuntos cruciales de Oriente Medio, y en lo que subyace a las mismas:
Por ejemplo, aunque EEUU e Israel tienen un común interés en impedir que Irán adquiera capacidad nuclear, discrepan sobre la forma de alcanzar ese objetivo. Israel y EEUU quieren eliminar la amenaza terrorista que asuela Oriente Medio y otros lugares y conseguir la estabilidad regional, pero no coinciden en la forma. EEUU e Israel apoyan oficialmente la solución de los dos Estados para la cuestión palestina, pero disienten [en lo relacionado] con la construcción en los asentamientos [israelíes] y en la urgencia de resolver el conflicto. Tampoco están de acuerdo sobre la negativa implicación de Irán en la zona, ni en las consecuencias de un arreglo en Siria que deje a Asad en el poder, la creciente influencia del eje chií liderado por Irán y la necesidad de apoyar al régimen de Abdel Fatah al Sisi en Egipto. Además de la sensación que se está agrandando la brecha entre Israel y EEUU, las malas relaciones personales entre los líderes de ambos países han empeorado el pasado año.
El acuerdo nuclear con Irán es la principal fuente de tensiones entre Israel y EEUU. Obama conoce las actividades desestabilizadoras del régimen iraní en la región y su apoyo a grupos terroristas como el libanés Hezbolá y el palestino Hamás. El presidente estadounidense quiso alcanzar no obstante un acuerdo sobre el programa atómico iraní, en la confianza de que el trato con Teherán haría que los ayatolás se amansaran. Israel y sus vecinos suníes consideran, en cambio, que el acuerdo con Irán ha permitido a la República Islámica aumentar su poder económico y militar, sin que haya habido ninguna contrapartida apreciable en materia de seguridad global, sino precisamente todo lo contrario.
Otros dos asuntos en los que mantienen fuertes discrepancias son la guerra de Siria y el conflicto palestino. En el primer caso, los aliados estadounidenses en Oriente Medio quedaron decepcionados ante la falta de valor de Obama para mantener su palabra tras el uso de armas químicas por parte del régimen de Asad. Aún hoy siguen pensando que es necesaria una mayor implicación de EEUU en la guerra de Siria, algo fuera de cuestión ante el rotundo rechazo de Obama. En cuanto a la solución del problema palestino, los recelos israelíes hacia Washington están más que justificados, a tenor de la manera en que la Casa Blanca se viene refiriendo a este asunto en los últimos tiempos. Israel cree que la situación, en este tema, aún puede empeorar.
El Estado judío teme que Obama le traicione en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde EEUU ha venido vetando resoluciones a favor de dar pasos unilaterales en el reconocimiento del Estado palestino o en contra de los asentamientos israelíes en los territorios en disputa.
Durante el periodo de transición entre las elecciones presidenciales y la inauguración de una nueva Administración (entre noviembre de 2016 y enero de 2017), EEUU podría abstenerse de vetar resoluciones del Consejo de Seguridad que sienten las bases de un Estado palestino y proclamen que la construcción israelí en los asentamientos viola las leyes internacionales. Obama ve una conexión directa entre el problema de los asentamientos y la estabilidad regional y cree que las nuevas construcciones alimentan los extremismos y exacerban la inestabilidad de Oriente Medio.
El documento del INSS aboga por recomponer las relaciones entre EEUU e Israel en función de cinco puntos básicos. En primer lugar, sería necesario reforzar la influencia estadounidense en la región, de forma que la Casa Blanca desempeñe un papel esencial en el desarrollo de las relaciones entre Israel y sus vecinos árabes suníes, algo fundamental para contrarrestar la amenaza iraní. Precisamente este último es el segundo factor a tener en cuenta, en el sentido de que resultaría necesario que EEUU paralizase su colaboración con Irán hasta que la República Islámica dejase de financiar el terrorismo y de desestabilizar la zona.
En tercer lugar, sería imprescindible un mayor compromiso estadounidense en la crisis siria, de manera que su resolución garantizase la seguridad de Israel. Avanzar en la solución de los dos Estados es otro punto fundamental, e Israel debe a acordar pasos conjuntos con la Autoridad Palestina con el apoyo estadounidense. Finalmente, el informe reclama que se refuercen los acuerdos de seguridad entre EEUU e Israel, que vencen a finales del año próximo.
Se trata de un conjunto de medidas básicas que deberían tomar muy en cuenta EEUU e Israel, esté quien esté al frente de ambos países.
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