Los intelectuales que solo sacan la televisión del trastero para ver los programas de La Sexta y los documentales del Canal Historia desprecian las opiniones políticas de los personajes de Telecinco por su frivolidad. Realmente no hay mucha diferencia entre las opiniones de los invitados podemitas de Contreras y los analistas rosáceos de Jorge Javier Vázquez, salvo cierta diferencia de nivel intelectual, por supuesto a favor de los tertulianos de Telecinco. Entre el Kichi y Mila Ximénez es que no hay color.
Sálvame sigue concitando el desprecio de los progres, incluso en unos tiempos en que las fuerzas podemitas, auxiliadas en las bandas por PP y PSOE, se empeñan en democratizarlo todo. Y lo cierto es que la programación de Telecinco, con su permanente éxito de audiencia, es la prueba de que vivimos en una democracia sana que funciona perfectamente. Ahí está "el pueblo" (o, como suelen decir los podemitas, "los de abajo") ejerciendo su derecho democrático a pasar cuatro horas pegados a la televisión con Sálvame y Gran Hermano. Por no hablar de "la juventud más preparada de la historia de España", que se arremolina en torno al televisor en las sobremesas para ver cómo se pegan el lote los tronistas canis y las princesas del polígono. La fiesta de la democracia no son las elecciones, sino Mujeres y Hombres y Viceversa.
Desde esta perspectiva, es necesario que personajes que concitan el aplauso del pueblo participen en el debate político en torno a la secesión de Cataluña. Belén Esteban ya ha dado un paso adelante y se ha ofrecido para debatir con los separatistas sobre la unidad de España. En un asunto en el que Karmele Marchante y García Margallo llevan gran parte de la iniciativa, con Artur Mas haciendo el ridículo y Romeva recibiendo pescozones en los medios hasta en el carnet de identidad (español, por supuesto), es imprescindible que la Princesa del Pueblo baje a poner un poco de seriedad.
La tertuliana de Telecinco no va a desentonar ni un ápice en la campaña electoral catalana, a tenor del nivel en el que los nacionalistas han situado el debate. De hecho, la opinión de la Esteban puede movilizar el voto de una parte de ese pueblo "de abajo" que no suele acudir a votar porque, de hecho, ni siquiera sabe muy bien en qué consiste semejante cosa. Esteban es un referente ideológico insoslayable de "los de abajo", por más que le pese a los que fingen no saber quién es Rosa Benito y pasan las páginas de El País en la mesa del bar a una velocidad a la que es imposible leer siquiera los titulares.