Los socialistas convirtieron el asesinato de bebés no nacidos en un derecho, que ahora quieren ampliar al resto de la existencia para que la sociedad pueda desprenderse de las personas con graves problemas de salud. Con la izquierda en el Gobierno es complicado nacer, pero al menos existía la garantía de poder agotar en paz tus últimos días en este valle de lágrimas. Con la nueva regulación de la eutanasia que entró este martes en el Parlamento, esto último también va a ser problemático, sobre todo si la familia decide que ya no hace falta que vivas más. Aborto y eutanasia, matar al que no ha nacido y ayudar a morir al que enferma. Lo de la izquierda es puro optimismo vital.
Al comodín de Franco se suma ahora el de la eutanasia, un viejo debate en el seno de la izquierda que, como todo lo que se cuece en ese hervidero ideológico, no interesa a nadie más. Ni hay un clamor social para regular la eutanasia ni los profesionales de la sanidad han reclamado jamás nada parecido. La proposición de ley va a ser tramitada únicamente porque la izquierda considera la eutanasia un arma útil para desgastar a la oposición y "agudizar sus contradicciones", como reza la vulgata marxista. Nada más.
Todo el que ha visto morir a un familiar sabe bien que los profesionales sanitarios no se ensañan con los enfermos en fase terminal. Al contrario, los acompañan en su proceso y hacen lo necesario para que se vayan tranquilos, sin dolor y acompañados de sus seres queridos. El verdadero problema para que exista una adecuada atención es la escasez de medios con que cuentan las unidades de cuidados paliativos, especialmente en las comunidades autónomas con problemas de financiación. Una iniciativa que verdaderamente se ocupara de garantizar una muerte digna tendría que tener como fin primordial mejorar los servicios que se proporcionan en esa última etapa de la vida. Todo lo demás es utilizar la vida de las personas con enfermedades graves como munición electoral.
Es la tercera vez que la eutanasia llega al Parlamento. Las otras dos anteriores no pudo aprobarse por el adelanto de las elecciones. Veremos si esa curiosa maldición no acaba imponiéndose una vez más.